Desde Patrimonio Histórico y en el contexto actual de la pandemia global por el COVID-19, hacemos un sucinto repaso cronológico de noticias sobre las calamidades, epidemias y plagas acaecidas en la historia de Adeje.
Nuestra historia local nos invita a reflexionar y conocer como el pueblo de Adeje, ante situaciones de adversidad siempre se ha mantenido unido, afrontándolas con esfuerzo colectivo y responsabilidad.
Durante gran parte de la Edad Moderna —siglos XVI-XVIII—los ataques piráticos que padecían las costas canarias, y especialmente las costas sureñas, fue la principal preocupación de la población y de D. Pedro de Ponte y Vergara. Precisamente en 1553 se habían repetido por dos veces las incursiones piráticas: una, por mano de François Le Clerc, “Pie de Palo”, y la otra, por obra del capitán francés anónimo, a quien logró derrotar, tras una ruda pelea, el capitán español don Diego Bazán[1].
Al no disponer Adeje de medios de defensa, y ante los sucesivos ataques de piratas, Pedro de Ponte, solicitó autorización al monarca para edificar una construcción defensiva, permiso que fue obtenido en Valladolid por Real Cédula de 2 de mayo de 1555 y dado por doña Juana, en nombre del emperador Carlos I de España. La Casa Fuerte de Adeje, impresionante palacio-fortaleza, se empezó a construir en torno a 1556, de la que Pedro de Ponte fue nombrado alcaide perpetuo con carácter hereditario[2]. Entre muchos de los ataques que sufrió Adeje cabe citar el acontecido en 1586, uno de los más importantes, cuando unos cuarenta piratas desembarcaron en la costa profanando la Ermita de la Encarnación, quebrando las imágenes y retablos[3].
Estos ataques también hicieron que Pedro de Ponte decidiera trasladar la imagen de la Virgen de la Encarnación hasta la iglesia de Santa Úrsula, para protegerla de las incursiones de los piratas de esta zona del litoral adejero. Los vecinos de la época, no muy conformes con la decisión, prometieron llevar la imagen en peregrinación cada año hasta su primera morada. La tradición perduró a lo largo de los años, durante los cuales además de cumplir la antigua promesa, los adejeros y adejeras pedían a la Virgen que los protegiera de plagas, enfermedades y hambrunas. Como la gran plaga de langosta sufrida en 1649 en Adeje, que devastó los campos, recurriendo el pueblo a la intercesión de la patrona Nuestra Señora de la Encarnación. El agradecimiento del este con la Virgen por haberlos librado de la plaga dio origen a la fiesta votiva del pueblo, que tenía lugar en los meses de septiembre y octubre[4].
Tenemos constancia, a través de un documento del Archivo Histórico de Adeje, de una epidemia sufrida en la Casa Fuerte, entre los meses de octubre y noviembre de 1791, y aunque este no especifica nada más acerca de la misma, sida cuenta de los gastos en miel y azúcar para las curas de los esclavos enfermos por la epidemia[5].Como dato relativo a la atención de estos podemos añadir que en el “Directorio para el gobierno de la Casa Fuerte ”advertía del cuidado de dejar algunas pasas para los esclavos enfermos. Y que a la salida de estos, para ir a trabajar, se debía mirar si había quedado alguno enfermo poniéndolo en la enfermería, si era necesario, para cuidar de él como allí se indicara.
En 1893 la epidemia de cólera que azoto toda Europa, no dejo atrás la isla, siendo la capital Santa Cruz de Tenerife la más afectada. El confinamiento en la ciudad duró tres meses, hubo gran cantidad de muertos y personas afectadas por la enfermedad. Muchos se vieron perjudicados por la falta de recursos, lo que dio lugar a la puesta en marcha de ayudas sociales, a través de las cocinas económicas, para atender a las personas que se habían quedado sin trabajo. Tras haber superado la epidemia, el Consejo De Ministros concedió a la ciudad el título de Muy Benéfica.
En la comarca sur, afectada también por la epidemia —principalmente los municipios de Arona, Vilaflor, Fasnia y Candelaria—, fue muy importante la labor desempeñada por los doctores Eduardo Domínguez Alfonso y Juan Bethencourt Alfonso[6].La prensa de la época publicaba noticias acerca de la afección del cólera en la zona. El 21 de noviembre el periódico El liberal de Tenerife difundía: «Parece que los vecinos de Güimar han interceptado la carretera general de esta ciudad á Adeje, construyendo sobre dicha vía una pared de piedra seca que hace imposible todo tránsito. Esperamos que tan pronto como la autoridad superior civil de la Provincia tenga conocimiento de este hecho dictara sus órdenes á fin de que la indicada vía quede expeditada al servicio público»[7]. El periódico nacional La Correspondencia de España divulgaba: «la comarca comprendida entre Arico y Adeje, han sido invadidas del mal reinante gran número de personas, ocasionando la enfermedad, en pocos días hasta siete defunciones»[8]. Y el periódico El Liberal de Tenerife se hacía eco de la Comisión de Higiene, en sesión del ocho de diciembre de 1893, en la que«...se dio cuenta de un oficio, dirigido por la presidencia del Sr. Gobernador, solicitando se enviasen al pueblo de Adeje desinfectantes que reclamaba el vecindario, en previsión de lo que pueda ser invadido por la epidemia...»[9], a lo que el presidente de dicha Comisión expuso las dificultades que suponía el envío de desinfectantes a los pueblos, solicitando al Gobernador los medios necesarios para ello.
En Adeje la epidemia de cólera no se dejó sentir mucho ya que, consultados los libros de defunciones del Archivo Parroquial, durante ese año no consta el fallecimiento de ningún vecino por la epidemia de cólera. Fallecieron 14 personas, destacando como dato significativo la muerte de 4 párvulos. Como el fallecimiento del niño de 2 años José Hernández Ramos por meningitis, natural de Adeje, que publicaba el 10 de noviembre el Diario de Tenerife[10].Aunque, El Liberal de Tenerife, en agosto de ese mismo año comunicaba: «Según nuestras noticias, en los pueblos de Fasnia, San Miguel y Adeje hà tiempo se padecen tifoideas en tal número que casi constituyen verdaderas epidemias»[11], argumentando que tales hechos dependían de la poca salubridad en cuadras, corrales y estercoleros próximos a las viviendas de los campesinos, por lo que estimaban oportuno que el Gobernador Civil exigirá más cuidado a las autoridades locales, además de exigirles, que dieran a conocer las medidas tomadas y los partes sanitarios del número de enfermos.
Durante ese mismo año de 1893 otra calamidad afectó duramente al pueblo de Adeje, la plaga de cigarrón berberisco. El Liberal de Tenerife publicaba: «el Alcalde de Adeje al Sr. Gobernador civil, se ha presentado plaga ó langosta en el pago de Taucho de aquel pueblo en proporciones bastante alarmantes»[12].El 10 de marzo, el mismo periódico, anunciaba el aumento de la plaga en los altos de Adeje, Arona, Vilaflor y Guía de Isora[13] y el 27 de marzo difundía un artículo titulado “La Langosta en Tenerife” donde se reclamaba la actuación de las autoridades: «las alarmantes noticias de los pueblos del sur, que aún recordaban la plaga del año anterior que había comido viñas, higueras y hasta las ramas de los pinos. Irrumpía el curso de las aguas por las atarjeas, que había que limpiarlas con azadas, siendo tal cantidad que arrastraron las mismas aguas a los estanques de Hoya Grande, que tuvieron que valerse de pandorgas como si fueran bancales de gueldes…Si el año pasado fueron tan grandes los desastres ¿cómo serán este año?. Los vecinos de los Picos, Taucho y otros caseríos se baten desesperadamente contra los verdaderos oleajes de insecticillos». Sabemos por dicho periódico que, el 4 de abril, se constituyó la junta municipal para la extinción de la langosta[14], sin que volvamos a encontrar noticias relativas a la plaga, de lo que deducimos su total erradicación.
En el año de 1914 sí sufriría Adeje las graves consecuencias de una epidemia de varicela y viruela[15], en la que se tuvo que usar de lazareto la ermita de San Sebastián, reconvertida en hospital, y puesta a disposición por las autoridades —ejerciendo como alcalde Don Camilo Madero— y el cura párroco de entonces Don Eulogio Gutiérrez. El médico titular Don Manuel Fernández Piñeiro comunicaba, el día 7 de enero de 1915, a través del periódico La Prensa.
«De los pueblos, Adeje.
Durante el siniestro año que acaba de perecer, este laborioso pueblo no permaneció inactivo, el silencio guardado no significa infecunda esterilidad; sin vanas albaracas cumpliéronse los deberes cívicos empleando las energías acumuladas, en la realización de diferentes asuntos de interés general, según puede comprobarse en el siguiente resumen.
Con entusiasmo creciente, prosiguiéronse las obras de mejoramiento del pueblo, se continuó el arreglo de las calles, atendiéronse una tablajería higiénica, plantáronse nuevos árboles y se le dio un importante avance á la hermosa “Casa del Pueblo", construcción de la que estamos enorgullecidos, poniendo á contribución cuántos medios están a nuestro alcance para ir desarrollando el plan que nos hemos propuesto, convencidos de que la perseverancia es la salvaguardia de nuestro triunfo.
¿Proyectos para el presente? No faltan ciertamente.
Tenemos en cartera varios, á cuál más interesantes, pero no queremos hablar de ellos por considerar más y de mayor importancia positiva, hablar de los mismos á medida que logremos hacerlos cristalizar en edificantes hechos.
En dicho período de tiempo gozamos de un estado sanitario excelente. Consignaremos como elocuente dato que se inscribieron en el Registro Civil 98 nacimientos y el número de fallecimientos no pasó de 20.
Este favorable resultado deberse en gran parte á la preferente atención que se le concede a los asuntos sanitarios y á la actividad desplegada por los encargados de velar por la salud pública.
El sangriento año de 1914 que nos dejó como principal legado guerras, aislamientos, fieros males, no quiso despedirse de nosotros sin precisar su nefasta actuación, dejándonos el doloroso recuerdo de una epidemia de varicela y viruela que si bien no ha ocasionado víctimas produce serios trastornos sembrando la inevitable alarma y aumentando el amargo pesar y naturales dos obras que existían motivadas por la execrable conflagración europea. La ingrata visita no nos sorprendió desprevenidos, pues con antelación se había realizado una intensa campaña de vacunación antivariólica, iniciada y gratuitamente practicada por el inspector municipal de Sanidad. Por tan sensible causa, vigorizóse la campaña higiénica emprendida, adoptándose las convenientes medidas para evitar la difusión de la epidemia procediéndose al riguroso aislamiento de los enfermos, instalándose parte de los atacados en la ermita de San Sebastián, convertida en hospital, tajantemente puesta á disposición de las autoridades por el virtuoso cura párroco don Eulogio Gutiérrez, haciéndose acreedor á nuestra sincera felicitación.
Semejantes circunstancias han servido para exteriorizar una vez más los generosos sentimientos del pueblo que contribuye solícito con toda clase de donativos a mitigar la delictiva situación de sus convecinos y ála par me proporciona oportuna ocasión para tributar calurosos aplausos al digno Alcalde D. Camilo Madero, por su incansable actividad y honradísima gestión.
Dr. MAFERPI.»[16]
A esta crónica del doctor D. Manuel Fernández Piñeiro se suma el testimonio de Don Manuel Jesús Ramos Hernández quien recuerda, de sus mayores, como durante la epidemia se había puesto una cuerda en la zona de la tosca colorada para situar la zona.[17]
Con el paso de los años se volvieron a vivir circunstancias similares a las de 1914, pues según el acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de fecha 25 de diciembre de 1930, el médico del pueblo Don Pedro de las Casa Pérez manifestaba la urgente necesidad al Ayuntamiento, para la construcción a la mayor brevedad posible de una casa de aislamiento para las enfermedades infecto-contagiosas, con motivo de tales circunstancias y examinado el asunto por los presentes se acordó:
«Primero: Que se solicite de los Señores de Casa Fuerte que haga cesión de un solar en el sitio denominado San Sebastián para construir en el mismo el indicado.
Segundo: Que una vez obtenido el solar se solicite a los señores de Fyffes y Casa Fuerte, así como a los vecinos en general, presten apoyo económico a la idea que se menciona para la consecución de lo que se pretende.
Tercero: Que se nombre inspector de las obras que se mencionan por ser el médico titular a D. Pedro de las Casas, el cual será asistido en esta misión por el Señor Cura Párroco, el Sargento de la Guardia Civil y los concejales D. José Trujillo Melo, D. Francisco Lima y D. José Esquivel Alayón.
Cuarto: Que el pleno de este ayuntamiento le da amplias facultades a los señores que se mencionan hasta que se finalicen las obras».
El alcalde intervino en el pleno a través de una moción para justificar dichas medidas. Diciendo que el pueblo había padecido una enfermedad infecto-contagiosa de carácter gravísimo, según le constaba al Inspector Provincial de Sanidad Don Ricardo Cartelo. Que por parte de la autoridad sanitaria correspondiente se había ordenado la desratización, vacunación y demás medidas preventivas contra le epidemia en el barrio de Tijoco y la Hoya Grande. Y que el médico titular del pueblo Don Pedro de las Casa se había excedido en el cumplimiento de su deber trabajando noche y día (en perjuicio notorio de su salud), para la extinción de la epidemia, que pudo tener consecuencias fatales para toda la población. Acabado el acuerdo del pleno pidió se diese cuenta del acuerdo al Sr. Gobernador Civil y al Inspector Provincial de Sanidad[18]
Debido a los acontecimientos que tuvieron lugar en el año de 1931, con la proclamación de la II República, se produjo un cambio en los miembros que componían hasta entonces la Corporación de Adeje, teniendo como consecuencia que este proyecto nunca llegara a materializarse.
Ref. __________________________
- 1. Antonio Rumeo de Armas, Canarias y el Atlántico, piraterías y ataques navales, Madrid, 1947, Tomo II, Primera parte. p. 217.
- 2. Díaz Frías, Nelson, La Historia de Adeje, Centro de la Cultura Popular Canaria Ayuntamiento de Adeje, 1999, p. 223-224.
- 3. Antonio Rumeo de Armas, Piratería y ataques navales contra las Islas Canarias, Madrid, 1947, Tomo II, p. 38.
- 4. Rodríguez Fraga, José Miguel, Libro de Milagros de Nuestra Señora de la Encarnación, 1994, p.21-28
- 5. Archivo Histórico de Adeje-El Museo Canario: Fondo documental de la Casa Fuerte de Adeje, Cuenta y razón de los efectos gastados entre octubre y noviembre de 1791 con los esclavos enfermos en la presente epidemia, ES 35001 AMC/ACFA 044030, f. 16.
- 6. Pérez Barrios, Carmen Rosa. La epidemia de cólera de 1893 en el Sur de Tenerife. Intervención de Juan Bethencourt Alfonso y Eduardo Domínguez Alfonso, III Jornadas de Historia del Sur de Tenerife, Ayuntamiento de Arona, Llanoazur Ediciones. 2015. p 165-188
- 7. El Liberal de Tenerife, 21 de noviembre de 1893
- 8. Liberal de Tenerife, 25 de noviembre 1893.
- 9. El Liberal de Tenerife, 8 de diciembre de 1893.
- 10. Diario de Tenerife, 10 de noviembre de 1893.
- 11. El Liberal de Tenerife, 14 de agosto 1893.
- 12. El Liberal de Tenerife, 4 de marzo 1893
- 13. El Liberal de Tenerife, 10 de marzo 1893.
- 14. El Liberal de Tenerife, 4 de abril de 1893.
- 15. Rodríguez Delgado, Octavio. Personajes del sur (Adeje). Don Eulogio Gutiérrez y Estévez,(1851-1971); disponible en: blog.octaviodelgado.es.
- 16. La Prensa, 7 de enero de 1915.
- 17. Rodríguez Martín, Lilia Esther. San Sebastián, significado e historia para Adeje, Información debida a Manuel Jesús Ramos Hernández (Adeje 1942) en entrevista realizada el 19 de octubre de 2015, Ayuntamiento de Adeje, 2015, p. 18
- 18. [1]Archivo Municipal Adeje, Acta pleno 25 de diciembre 1930
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Texto realizado por la concejalía de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Adeje.
Autores:
- Lilia Esther Rodríguez Martín. Técnica Superior de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Adeje.
- Juan Desiderio Afonso Ruiz. Concejal de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Adeje.
Fotos del post
- 1. Lazareto de Santa Cruz de Tenerife. c. 1898. Diario de Avisos.
- 2. Ermita de San Sebastián. Adeje
- 3. Adeje 1890
- 4. Plaga de langostas
- 5. François Le Clerc
- 6. La Prensa - Diario republicano
- 7. Acta.