Este día se celebra la fiesta litúrgica de la Virgen de la Encarnación, que antaño organizaba su Cofradía.
En el libro de mandatos del Archivo Parroquial de Adeje, queda reflejada esta celebración en un documento de la visita pastoral de Don Gaspar de Montesdeoca, Beneficiado de la Iglesia Parroquial de Santa Ana de Garachico, con fecha del 22 de mayo de 1702.
“Otrosí mando que por quanto los Vezinos/de dicha Villa hacen fiesta a Nra Señora de la Encarnación/ distinta de la que hacen los Mayordomos que se nombran de dicha cofradía/ y por esa razón, quieren poner plato, y pedir en la Iglesia para/ dicha Imagen, sin tener ningún provecho su cofradía, antes se/ pierde la devozion que el venerable Beneficiado no consienta/ pedir asi en la Iglesia como en otra parte a dichos vecinos/ por ser distinta fiesta de la que hacen los Mayordomos de su cofradía que deven pedir solos como asimismo no consienta que dicha Imagen de la Encarnación salga vestida de / Soledad el viernes santo a la procesión del entierro”
En el Directorio de la Casa Fuerte de Adeje, aparecen más datos de esta celebración. La vinculación de la familia Ponte con la Iglesia de Santa Úrsula y con la Virgen de la Encarnación es una constante a lo largo de la historia. Así, Bartolomé de Ponte dispone en su testamento de julio de 1633 que:
“Todos los años se le digan por la octava de Nuestra Señora de la Encarnación, una misa cantada, vísperas y procesión y que se paguen de limosna 20 reales. Así mismo que los ornamentos y vestidos de Nuestra Señora de la Encarnación tiene siempre la casa devoción de servir a la santa imagen con esto. Y se tiene cuidado con el sacristán, que los ornamentos y vestidos que se llevasen para la iglesia, los vuelvan luego que acabe la función y para ello se tiene en el Oratorio de la Casa unos cajones separados que se tendrán en todo cuidado y aseo. El despensero debe llevar todos los sábados y vísperas de fiesta el agua para regar la iglesia y los domingos del Santísimo Sacramento los esclavos se encargan de llevar las ramas y flores parta adornarla."
Esta fiesta hunde sus raíces en los primeros siglos del cristianismo. Los Padres de la Iglesia creían, demostraban y predicaban que la Madre de Jesús era Madre de Dios.
Los primeros testimonios de esta solemnidad litúrgica aparecen en la época del emperador Justiniano, en el siglo VI. En la Iglesia antigua la fiesta de la Anunciación iba asociada a la Navidad. Al aumentar la importancia de la Natividad del Señor, se formó un pequeño ciclo navideño y la Anunciación cobró más autonomía respecto al núcleo primitivo hasta constituirse en fiesta mariana autónoma. El papa Sergio I (687) introdujo esta fiesta en la Iglesia Romana.
Se celebraba una solemne procesión a Santa María la Mayor, basílica con mosaicos referidos a la divina maternidad de María, establecida por el Concilio de Éfeso (431). Desde el principio la fiesta se estableció el 25 de marzo, porque Jesús se había encarnado coincidiendo con el equinoccio de primavera, tiempo en el que según los antiguos, fue creado el mundo y el primer hombre.
