Existe un cuadro de ánimas en la nave mayor de la Iglesia de Santa Úrsula de Adeje, que formó parte del retablo de ánimas que existió y citado en el inventario de altares de 1745. El lienzo se encontró doblado, dentro de una caja de zapatos y en 1995 fue restaurado por Inés Hernández, gracias al Ayuntamiento de Adeje, poniéndose nuevamente al culto.
La devoción a las ánimas en Canarias tiene una gran tradición, al igual que en todo el Cristianismo. Su desarrollo comienza con los postulados del Concilio de Trento, en 1563, debido a la negación de los protestantes de la existencia del purgatorio (para los católicos sí existe). De hecho, las ánimas son las almas de los que fallecen en gracia de Dios y van al purgatorio para purgar hasta la redención. Para ello, es necesario que desde la tierra los vivos intercedan por sus almas con rezos y misas, para que se rediman y pasen a la gloria eterna.
Los cuadros de ánimas tenían una función catequizante. En una sociedad analfabeta, donde no sabían leer ni escribir, la plástica juega un papel fundamental en ese adoctrinamiento de la sociedad bajo los postulados contrarreformistas.
Destaca la composición piramidal del cuadro, estructurada en tres niveles. El lienzo tiene unas dimensiones de 260 x 194 cm, en posición vertical. Representa al Arcángel San Miguel, abogado de Dios, que con su balanza para las almas, juzga la gravedad de los pecados cometidos por los hombres en la tierra. Se le representa alado por su condición de enviado de Dios. A su derecha, la Virgen sostiene con el brazo izquierdo al niño y ofrece a las ánimas el Rosario con la mano derecha. A la izquierda del Arcángel aparece San Nicolas de Tolentino, con su hábito agustino salpicado de estrellas orando por las almas. Coronando a San Miguel se representa a la Santísima Trinidad entre nubes y acompañada por siete querubines. A los pies del conjunto, bajo las nubes sobre las que reposan las figuras, aparecen representadas las almas de diversos seres humanos que sufren en el purgatorio, sin gozar de ninguna prebenda o consideración a los cargos que ostentaban en la tierra ni a otro tipo de circunstancias. Así, vemos de derecha a izquierda a un alto jerarca de la Iglesia, una mujer joven, un monarca, una mujer de mayor edad y un fraile, rodeados por las llamas.
Es de autor anónimo pero vinculado a los círculos pictóricos del barroco canario. Posee elementos que lo singularizan, con respecto a otros cuadros de Ánimas, como que tradicionalmente es la Virgen del Carmen la que nos salva del Purgatorio y no la del Rosario, como en el de Adeje, quizás por la vinculación de los Ponte con la Orden de Los Predicadores.
Otra singularidad de este lienzo es que aparece San Nicolás de Tolentino, que es el primer santo de la orden de los agustinos y patrón de las ánimas del purgatorio. De ahí esa singularidad, ya que en la mayoría de los cuadros de ánimas en Canarias aparecen santos franciscanos. En Adeje, la devoción a San Nicolás fue muy importante, puesto que existe una talla que se conserva del santo, la cual estaba ubicada en el retablo mayor y tuvo una cofradía en el siglo XVIII. De ahí que se incluyera al santo agustino en el cuadro.
Desde 1691 existió una cofradía de las Ánimas Benditas. Una de sus actividades eran los Ranchos de Ánimas por las calles de la villa con la finalidad de recaudar limosnas para las misas de las almas. También recibían ingresos por el alquiler del paño de las ánimas para los entierros.
El Directorio de la Casa Fuerte refleja la obligatoriedad perpetua de celebrar a las Ánimas, tanto en los oficios de la iglesia como del convento:
"...Un oficio de Ánimas en el mes de noviembre, por los finados por las Almas de mi obligación que se hará con toda solemnidad poniendo la cera el convento que han de ser cuatro candelones en el altar y cuatro en el cuerpo, y se darán por esto una fanega de trigo y un barril de vino."
Más allá del sentido religioso, este cuadro tiene un valor artístico que representa muy bien lo que fue el sentido devocional de los adejeros en el siglo XVIII, un lienzo que forma parte del patrimonio histórico de la Villa.