Esta talla, del primer santo de la orden de los agustinos, es una escultura de bulto redondo, madera tallada y policromada de estilo barroco. En la actualidad se encuentra ubicado en la hornacina derecha del retablo renacentista de La Candelaria. Mide 74 cm, más 9 cm de peana.
Representado con su iconografía tradicional, ataviado con el hábito de la orden de los agustinos, mangas perdidas, esclavina y capillo. Estrellas doradas rodean la túnica, se deja ver la sotana blanca que lleva debajo, el brazo izquierdo recoge una parte del traje dejando entreverla. En esa mano sostiene un libro abierto sobre el que iría posada una perdiz, sólo queda un trozo de ala, que hace alusión a uno de sus milagros: la resurrección de tres perdices asadas que le ofrecieron durante una enfermedad, a pesar de que no comía carne. En la mano derecha parece que portaba una cruz. Destaca la actitud mística del santo
En el Libro I de cuentas de fábrica del archivo parroquial, aparece que San Nicolás estaba en el retablo de La Concepción en 1745, pero en 1794 y 1835 figura en el retablo mayor.
La base de la peana tiene una inscripción: “ LO HYSO (FRAN) CO CAPOTE”. Esto nos daría pie a pensar que fue el autor de la escultura, pero tenemos dudas acerca de la posible autoría, puesto que nos parece una obra de gran calidad artística en cuanto a los estofados y la policromía del hábito, el tallado de los cabellos y la expresión del rostro. En el catálogo de la exposición La Huella y la Senda aparece un artículo de Carlos Rodríguez Morales sobre esta imagen, que lo atribuye a Francisco Capote Alayón, aunque la carencia de datos concluyentes y la presencia de una imagen homónima imponen todavía cautela. La peana que aparece inscrita, es un añadido a la talla, con lo que pudiera ser que fuese el autor de la peana y no de la imagen.
Francisco José Capote Alayón, nacido en Adeje en 1764. Casó en 1786 con Francisca Jorge Casañas. Estuvo muy vinculado a la vida parroquial. Fue miembro de varias cofradías como la del Rosario, la Misericordia, del Santísimo Sacramento o la de San Nicolás. Fue enterrado en Adeje el 2 de enero de 1842.
Según Octavio Delgado, Cronista Oficial de Güímar, tiene un artículo en su blog dedicado a Francisco Capote Alayón, que fue carpintero, cabo jefe de Artilleria de la Casa Fuerte, maestro de la escuela pública y secretario del Ayuntamiento, además de sacristán mayor de la parroquia.
Los agustinos promovieron su devoción. En las Islas Canarias, debemos remontarnos al siglo XIV, cuando unos expedicionarios mallorquines construyeron dos iglesias en Gran Canaria en 1352, una en Las Palmas y otra en La Aldea. De aquellas incursiones y de la presencia de la orden de los agustinos en las islas, se explica la existencia de esta escultura en Adeje. En Vilaflor se fundó el cuarto convento agustino en 1613, desde donde propagarían el culto a San Nicolás de Tolentino como abogado de los agonizantes y las ánimas del purgatorio.
Existió una cofradía de San Nicolás, según documentos de los libros de cuentas de 1781,1783 y 1787. La hermandad tenía tierras propias de la que recibía ingresos para celebrar la función religiosa. Entre sus miembros estaban Francisco Capote Alayón, Nicolás Melo, Antonio Melo Alayón, José Alonso, Diego Díaz y José Rodríguez.
Vida del Santo
Vivió desde 1245 hasta 1305. Sacerdote y místico católico italiano, se le considera un modelo de religioso por su espíritu de obediencia, humildad y paciencia, además de su gran amor para con todos los que lo rodeaban. Fue miembro de los agustinos ermitaños. Se ordenó sacerdote en 1269 en Cingoli y pasó a dedicar su vida al apostolado desde Tolentino, centrándose en la meditación y la oración, así como la atención a los enfermos y necesitados. Llevó una vida de asceta, oración constante y episodios místicos que le atribuyen contactos con la divinidad. Se convirtió en el primer agustino canonizado, protector de las almas del purgatorio e intercesor por la justicia, la maternidad, la infancia y la salud.