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La mujer que se esconde tras la creación del séptimo arte

15 ENERO 2025

Los Hermanos Lumière o George Meliès, son algunos de los nombres en los que pensamos cuando se nos habla del nacimiento del cine. Sin embargo, es una mujer, Alice Guy a quien debemos la creación del cine de ficción.

Nacida en Francia en 1873, en una familia de editores, Alice Guy creció rodeada de libros. Ello le permitió amar la lectura desde edad temprana y pronto, dio muestras de su imaginación y su habilidad para narrar historias.

La muerte de su padre, cuando ella era joven, le obligó tener a buscar un trabajo para su propio sustento y para ayudar a su madre.

Aconsejada por un amigo de la familia que observó su destreza con los dedos al tocar el piano, Alice estudia mecanografía, y pronto comenzó a trabajar en una fábrica de barnices como secretaría. Ser la única mujer que trabajaba en la fábrica la hizo convertirse en la diana de comentarios machistas y misóginos.

Cansada de la situación se presentó en la tienda de fotografías de Léon Gaumont que necesitaba una secretaria.

Allí, Alice aprendió todo sobre el mundo de la fotografía: desde la captura a la impresión. Y conoció a personalidades francesas que posaron ante el objetivo de Gaumont.: La Bella Otero, la princesa Bibesco, Èmile Zolá, Gustave Eiffel…

Pero Gaumont, además de empresario, era un científico ávido de conocimiento. En su oficina de fotografía se experimentaba y daban a conocer todos los inventos y avances en el mundo de la imagen. Así, Alice descubrió el fonoscopio, un aparato para discos de vidrio con una serie de imágenes en su circunferencia que al hacerlas girar parecían estar en movimiento y cuya patente pertenecía al ingeniero George Demenÿ, colaborador de Gamount.

Una mañana de 1895 reciben la visita de los hermanos Lumière en la oficina de fotografía, que invitan al empresario a una exhibición que tendría lugar el 22 de marzo y en el que darían a conocer su nuevo invento: el cinematógrafo.

Léon Gaumont aceptó la invitación y fue acompañado por Alice Guy, su secretaria. Nadie sabía que iban a ver aquella tarde. De pronto, se apagaron las luces y sobre una pantalla gigante apareció la imagen de un tren en movimiento que parecía dirigirse al público.

Las personas que asistieron gritaban y huían despavoridas, pero Alice estaba emocionada al ver aquel invento. Había nacido el cine.

Los días siguientes, toda Francia hablaba de aquello, de cómo era posible hacer aquella magia con una imagen. 

La venta del cinematógrafo se disparó. Todo el mundo grababa imágenes en movimiento, únicamente era necesario tener un ritmo acompasado a la hora de mover la palanca lateral.

Nuestra protagonista pensó que se podían realizar grabaciones mejores con aquella máquina e insistió a Gaumont en que le permitiese grabar unas escenas de sainetes.

El empresario, nada convencido con la propuesta de Alice, aceptó esta “sensiblería femenina” y permitió que su secretaría realizase la grabación siempre y cuando la distracción de la joven no retrasase sus labores como secretaria.

Es así como “El hada de los repollos” una grabación de apenas un minuto, se convierte en la primera obra de ficción de la historia del cine.

Nace pues, el cine narrativo y Alice Guy como primera mujer cineasta de la historia.

Cautivado por la filmación de Alice, Gaumont le permite continuar realizando algunas grabaciones.

En ellas, los actores eran trabajadores de la fábrica del empresario y utilizaban como decorado sábanas pintadas (Ejemplo “El cabaret”, 1899).

Alice rodó un gran número de películas de cine mudo de ficción, especializándose en el cine cómico: caídas, golpes y excentricidades hacían que el público riese a carcajadas durante las proyecciones.

La casualidad hizo que un mal uso de los cinematógrafos, le llevase a descubrir la cámara lenta, la rápida, la marcha atrás…lo que potenció el valor fílmico de Alice Guy.

Gaumont, en 1905, con el fin de acelerar las producciones y obtener un mayor beneficio económico, construirá un estudio de grabación de magnas dimensiones a cuyo frente estará Alice. Ella, se convierte con 32 años en la mujer que dirige el mayor estudio de rodaje del mundo.

Consciente de que desempeñaba labores consideradas únicamente de hombres, critica los roles de género en gran número de sus filmografías. En sus películas muestra mujeres diferentes: fuertes y libres, aun a riesgo de que éstas escandalicen al espectador.  Destaca el rodaje en 1906, de “Las consecuencias del feminismo”. En ella, los hombres asumen los roles femeninos y ellas los masculinos.

Será en este mismo año en el que ruede su película más larga “La Pasón” o “La vida de Cristo”. En ella, utiliza, por primera vez en la historia del cine la ayuda de asesores históricos.

Pero Gaumont muestra su interés en que el cine sea hablado. Para ello harán uso del cronófogo, en el que Alice grababa las voces y posteriormente los actores y actrices actuaban en playback. Será gracias a este aparato y al cine hablado, por el que conocerá al que se convertirá en su esposo: Herbert Blaché, recién llegado de Inglaterra para familiarizarse con esta máquina grabadora.

Cuando la vida parecía sonreír a Alice Guy: directora exitosa, mujer realizada, casada y madre de su primera hija… Léon Gaumont, pide a Blaché que marche a América puesto que había vendido la patente del cronófogo a dos americanos.

¿Lo hizo Gaumont para alejar a Alice? Lo cierto es que Alice Guy tuvo que abandonar la dirección del mayor estudio de rodaje, para acompañar a su esposo. Supo que era el fin de su carrera.

Al año de residir en Estados Unidos, pidió ayuda a su antiguo jefe y amigo, Gaumont. Y éste, a regañadientes, compró un pequeño estudio en Long Island y puso al frente a su esposo, Blaché. Ello hirió tremendamente a Alice, conocedora de la falta de conocimiento y valía de su esposo.

Por este motivo, decide alquilar parte del estudio y rodar allí sus propias películas, bajo su dirección y producción. Convirtiéndose en su propia jefa y desvinculándose del Gaumont.

Tras años de trabajo, decidió reunir todas las ganancias y le propone a su marido fundar la productora Solax.

En dos años ruedan más de 200 películas y cada vez reciben más encargos, llegando a rodar dos películas a la semana. Sus ingresos se multiplicaron y deciden comprar un terreno en Fort Lee y construir un nuevo estudio.

Blaché, que había demostrado no ser un experto en cine, pero que poseía una ambición mayúscula por convertirse en un magnate del mundo de la cinematografía, fue relegando las labores de su mujer, con el fin de tomar el mando de la productora.

La inaptitud de éste, que dudaba del talento de su esposa, le llevó a mal vender algunas de sus obras. Comienza así el declive.

Además, el gusto por el juego de Herbert Blaché llevó al matrimonio a la ruina: viéndose obligados a vender Solax y sus bienes fueron embargados.

Finalmente, un incendio destruye el estudio de Fort Lee y la vida de Alice cae en desgracia.

Abandonada por su esposo y arruinada, con 46 años, decide volver a Francia, donde intentará, sin éxito, remontar su carrera.

Intentó pedir ayuda a Gaumont, del que había descubierto que había borrado el nombre de Alice de todos los documentos de la productora.

Alice Guy, fue borrada de la historia. Para muchos historiadores es y será, únicamente “la secretaria del Lèon Gaumont”.

Olvidada del mundo del cine, Alice quiso recuperar sus películas y restablecer la verdad, pero nunca lo logró.

Hoy sólo algunos cortos y extractos de sus películas (francesas y americanas) se han localizado y conservado.

Redactó sus memorias para poner voz a su propia historia e intentar hacer justicia, pero nadie quiso publicarlas.

Alice Guy nos dejó en 1968, en Mahwah (Nueva Jersey) a los 94 años, sufriendo el abandono del mundo del cine, que tal como cuentan sus descendientes, es lo que más le hizo sufrir.

Solo en los últimos años, algunas historiadores y expertas en cine han mostrado su interés por restablecer el valor que Alice Guy ha tenido en la historia.

Ella nos abrió las puertas del séptimo arte.

 

Ana Moruno Rodríguez

   Historiadora del Arte


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