Escultura tallada en madera policromada, mide 145 centímetros. De autor anónimo y de origen guatemalteco, se encuentra en la Iglesia Parroquial de Santa Úrsula en Adeje.
La singularidad de esta imagen de la Virgen de Guadalupe, representada según la iconografía mejicana, está en ser la única escultura del Barroco que tenemos en Canarias de esta advocación mariana. Los isleños que emigraron a América enviaron a las islas numerosas pinturas de la patrona de México, pero muy pocas esculturas. Por ello es tan interesante esta pieza, que su lugar original era el Convento franciscano de la villa puesto bajo su advocación.
Muchos clérigos canarios en América recurrieron la protección de Obispos isleños, como es el caso del adejero Diego García de Acevedo, a quien benefició Don Domingo Álvarez Abreu, Obispo de Puebla de los Ángeles con la administración y mayordomía del monasterio de Nuestra Señora de la Concepción. Su estancia en América tenía un objetivo claro, ascender en la jerarquía eclesiástica, para lo que buscó el apoyo de su paisano el conde de La Gomera y marqués de Adeje, Don Domingo José de Herrera y Ayala. Desconocemos cual fue el desenlace definitivo, pero si sabemos que a consecuencia de esta relación, Diego García gestionó la adquisición de una Virgen de Guadalupe adquirida en Guatemala para el convento de la Villa de Adeje.
En el testamento otorgado por el conde de La Gomera y marqués de Adeje, don Domingo José de Herrera y Ayala, se señala:
“Item, así mismo declaró su exa. Que había encargado a Don Diego García Acevedo, una imagen de bulto de María Santísima, con el título de Guadalupe; y que hiciese venir de Guatemala en donde se fabricaba con el mayor primor. Y esta imagen es para el convento de la Villa de Adexe, titulado de Guadalupe”. AHPT. Protocolo nº. 1604."
La vinculación de los condes de La Gomera y marqueses de Adeje con Guatemala queda patente con el que fue Gobernador y Capitán General de este país, Don Antonio de Ayala, familiar de Domingo José de Herrera y Ayala.
Existieron en la ciudad de Antigua numerosos escultores barrocos como Juan de Chávez, Juan José de Mérida, Evaristo Zúñiga o Vicente Gálvez. Se ha apuntado que la escuela barroca guatemalteca daba un protagonismo pictórico a la escultura mediante el estofado, incluyendo láminas de oro para base de la imprimación. Esta técnica se percibe en la talla de la Virgen de Guadalupe de Adeje, la saya roja brilla con el oro de los brocados, mientras que la sobriedad del manto azul se rompe con los bordes dorados y las estrellas en oro. El rostro de la virgen destaca por la dulzura que denota una gran serenidad, con las manos en actitud orante. El cinturón negro que lleva la imagen alude al estado de embarazo. Destaca el movimiento del querubín que esta a los pies de la virgen, de tez morena y alas de un ave tropical, propio de aquellas tierras. Levanta sus brazos para sostener el manto, símbolo del cielo, y la saya, que simboliza la tierra.
Fue la titular del convento, que tras la clausura, pasó a la iglesia parroquial de Santa Úrsula, donde se conserva. Fue restaurada en el año 2000, gracias a un convenio entre la iglesia y el Gobierno de Canarias, devolviéndole el esplendor de su policromía barroca.
Actualmente es la patrona de la Policía Local de Adeje. Su festividad se celebra el 12 de diciembre.
HISTORIA DE LA APARICIÓN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE AL INDIO JUAN DIEGO
De acuerdo a la tradición mexicana, la Virgen María se apareció cuatro veces al indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac. Según el relato guadalupano conocido como Nican mopohua, tras una cuarta aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga. Juan Diego llevó en su ayate unas rosas ―flores que no son nativas de México y que tampoco prosperan en la aridez del territorio― que cortó en el Tepeyac, según la orden de la Virgen. Juan Diego desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de la Virgen María, morena y con rasgos mestizos.
Las apariciones marianas tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año. La fuente más importante que las relata es el Nican mopohua, atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605) y publicado en 1649 por el presbítero Miguel Sánchez en su libro Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe, contribuyendo a divulgar ampliamente la devoción guadalupana.