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Agnódice: la primera ginecóloga de Occidente

9 FEBRERO 2024

Es importante conocer mujeres que desempeñaron labores que distaban mucho de los estereotipos fijados para ellas en las épocas en que vivieron, para de este modo, lograr que niñas y jóvenes de hoy, puedan tener un referente femenino en cualquiera de las disciplinas que deseen desarrollar.

El 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Carreras que a día de hoy aún presentan un gran índice de profesionales masculinos, aunque las matrículas de alumnado femenino cada vez sean más numerosas.

Hoy sabemos que la mujer, al igual que el hombre ha sentido interés por el saber científico: conocimiento de las estrellas, de nuestro planeta, el funcionamiento de los elementos químicos, y por supuesto el cuerpo humano.

Es en este último campo, el de conocer y sanar el cuerpo humano en el que nos vamos a detener hoy. 

Las mujeres, como cuidadoras y protectoras de sus familias, han tenido la necesidad de conocer cómo el cuerpo se comporta ante algunas infecciones, los beneficios de las plantas, etc. Algunas mujeres hicieron de estos conocimientos su profesión, aunque ello las estigmatizara ante una sociedad patriarcal que las señalaba y enjuiciaba por curanderas o brujas.

La formación “reglada” en el campo científico ha estado reservada exclusivamente al sexo masculino hasta hace apenas 100 años. Sin embargo, hoy conoceremos la historia de una de las mujeres valientes e intrépidas que desobedeció la norma y llevó a cabo su sueño de dedicarse a la medicina. Y para ello tenemos viajar y retroceder algunos años…hasta la Grecia del siglo IV antes de nuestra era. Allí nació, se formó y creció nuestra protagonista: Agnódice, la primera ginecóloga de la historia. 

Para conocer sus vivencias contamos únicamente con un documento histórico: “Las Fábulas” del escritor latino Hyginus del siglo I a.c.

En este texto el autor recopila 280 relatos y anécdotas de la historia y la mitología griega. Dedicando unas páginas a Agnódice. 

Atenas, centro cultural de Occidente había vivido un siglo magno, el siglo V, el siglo de Pericles, siglo de apogeo cultural y científico y de extensión territorial que ahora, en el siglo IV parecía adentrarse en una crisis dando comienzo a lo que se ha venido denominando el Helenismo, que concluirá con el dominio de Grecia por parte de Roma. 

Esta es la situación política en la que transcurre la historia de Agnódice. Nacida en torno al 350 a. c. en una familia acomodada, perteneciente a la aristocracia ateniense, su destino parecía estar marcado para ser esposa, madre y guardiana del hogar. Sin embargo, ella quiso más, quiso sanar a las mujeres. 

Siempre se mostró preocupada por las numerosas muertes de mujeres en el parto y por los fallecimientos de bebés recién nacidos o a edad muy temprana. 

La mujer griega, de alta a baja alcurnia era analfabeta. La lectura y escritura estaba destinada solo a un sector femenino: las Hetairas. 

Las Hetairas eran mujeres generalmente extranjeras, pero que estaban formadas en música y literatura para el goce de los hombres de la aristocracia ateniense.

Por supuesto, este no era el destino que quería Agnódice, que debió contar con el apoyo familiar para ser instruida por algunos de los esclavos que trabajaban en su casa. Hecho que no era algo inusual puesto que muchos esclavos, ilustrados, eran comprados por los señores expresamente para que formasen a sus hijos varones. 

El propio Hyginus en el relato dedicado a Agnódice habla del error que significó no permitir que las mujeres se formasen en el campo de la Ginecología y la Obstetricia, ya que el pudor de muchas mujeres a desnudarse ante médicos hombres dio lugar a que el fallecimiento de estas por infecciones o malformaciones fuese en aumento.

Ante esta situación injusta, la joven Agnódice decidido burlar la ley. Para ello se cortó el cabello, se vistió como un hombre y adoptó la postura y caminar de estos. Así, marchó a Alejandría donde inició sus estudios en la Escuela del médico Hierófilo.

Superada su formación regresó a Atenas donde abrió su propia consulta y ejerció su profesión disfrazada de hombre. 

La efectividad de sus diagnósticos y tratamientos hizo que la clientela de Agnódice aumentase vertiginosamente, algo que ofendió a sus colegas de profesión.

Los médicos atenienses, preocupados por ver disminuir su peculio exponencialmente, decidieron tomar medidas.

Comenzaron a difamar a este nuevo “médico”, llegando a convencer a algunas de sus pacientes para que denunciases que éste había abusado de ellas mientras las auscultaba, llegando a violarlas. 

Las malintencionadas acusaciones llevaron a Agnódice a tener que rendir cuentas ante el tribunal, sito en el Areópago ateniense y formado por hombre ilustres y justos. 

Ante las acusaciones vertidas sobre Agnódice y a riesgo de ser condenada a muerte por tal incriminación, la joven ginecóloga se despojó de sus ropajes y quedó completamente desnuda ante los miembros del tribunal, que palidecieron al ver que se  trataba de una mujer y que, por lo tanto, no podía ser culpable de las fechorías de las  que se le había acusado. 

Sin embargo, los médicos acusadores no cejaron en su intento por destruir a Agnódice y la acusaron de haber incumplido la ley ya que las mujeres tenían prohibido ejercer la Medicina. 

Entonces, múltiples mujeres atenienses allí presentes alzaron sus voces de queja y rechazo ante la obstinación de sus maridos por destruir a la médica juzgada: “Vosotros hombres no sois esposos sino enemigos, ya que condenáis a quien descubrió la salud para nosotras. Si ella no puede acercarse a nuestros cuerpos enfermos, tampoco lo haréis vosotros con nuestros cuerpos sanos”. (Fábulas de Hyginus Ediciones Akal, Madrid, 2008; p. 185)

Tal presión obligó a los magistrados a absolver a Agnódice. Además, le permitieron ejercer la medicina, vestida como mujer. Únicamente le impusieron una condición: sólo podría atender a pacientes féminas. 

Pero los logros de la ginecóloga no concluyen aquí. Un año después de ser proclamada inocente, se modificó la ley para que a las mujeres les estuviese permitido estudiar y ejercer la medicina.

Tras conocer la historia de Agnódice es indiscutible que se trata no solo de la primera médica profesional, sino que sus hazañas la convirtieron en la protagonista de una de las primeras luchas feministas que permitió cambiar la ley vigente por una  normativa nueva, más justa e igualitaria.

Ana Moruno Rodríguez 
Historiadora del Arte


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