El próximo domingo 23 de julio votaremos para el elegir al futuro presidente o presidenta del gobierno de nuestro país.
Hemos normalizado el hecho de poder y deber asistir a ejercer nuestro derecho al voto, pero lo cierto es que gran parte de la ciudadanía española no pudo hacerlo hasta hace escasamente noventa años: Las mujeres.
Desde luego no fue un camino sencillo ni rápido hasta lograrlo.
Se necesitó de un gran apoyo por parte de ciudadanas feministas que alzaban sus voces en las calles españolas, y de la representación en el Congreso de los Diputados de una mujer valiente que no cejó en su empeño de lograr que mujeres y hombres pudiesen ejercer sus derechos en igualdad de condiciones. Ella es Clara Campoamor.
Corría el año 1931 cuando nuestra protagonista, la abogada Clara Campoamor Rodríguez fue llamada por el líder del Partido Radical, Alejandro Lerroux, para contar con ella en la candidatura del mencionado partido; en las futuras elecciones a las Cortes Constituyentes del 28 de junio de 1931.
Clara, cuyos ideales políticos se asemejaban en gran medida con los defendidos por el Partido Radical: “liberal, republicano, laico y democrático”, no tardó en aceptar la propuesta. Aun sabiendo que, si salía elegida podría optar a un escaño, pero no podría tener derecho a voto.
Finalmente, en las elecciones de junio de 1931 Clara Campoamor obtuvo su escaño en el Congreso de los Diputados. Pero no será la única mujer en el Hemiciclo, habrá otra diputada, también abogada, Victoria Kent.
Victoria, miembro del Partido Radical Socialista será la otra protagonista en las disputas por alcanzar el voto femenino.
Una vez tomada posesión de su escaño, Clara fue elegida una de los veintiún diputados de la Cámara designados a redactar la nueva Constitución Española.
Será ante esta Comisión, ante la cual Clara comenzará a defender una relación igualitaria entre hombres y mujeres tanto en aspectos sociales como jurídicos. Sostiene la regulación del divorcio, de la situación de hijos ilegítimos (cuando los hubiese) y, por supuesto, el derecho de la mujer a votar en igualdad de condiciones de sus homólogos hombres.
La defensa a ultranza, de los derechos de las mujeres por parte de Clara Campoamor pronto levantó ampollas ante el resto de diputados de la Cámara. No por estar en desacuerdo, ya que, aunque nos pueda parecer extraño, gran parte de la Cámara estaba a favor del Sufragio Universal Femenino, pero no sin contraprestaciones.
Por tanto, entre los 470 miembros del Hemiciclo (468 hombres y 2 mujeres) encontramos tres posturas claras:
- Una minoría en contra del voto femenino:
- Un porcentaje a favor de la aprobación inmediata del voto femenino y su implementación rápido y sin condicionante (Esta postura era la que defendía Clara Campoamor)
- Un porcentaje a favor de la aprobación del voto femenino, pero bajo la condición de demorar su puesta en marcha unos años (Esta postura era la que defendía la diputada Victoria Kent).
Serán estas discrepancias las que son llevadas a debate los días 30 de septiembre y 1 de octubre de 1931.
El día 30 de septiembre, se intentará llegar a un acuerdo sobre qué edad es la más conveniente para la que las mujeres puedan empezar a votar.
En el Hemiciclo se escucharán argumentos de lo más variopintos y que hoy, afortunadamente están superados. Por ejemplo, Manuel Hilario Ayuso, diputado por el Partido Republicano Federal, expresa su acuerdo con que las mujeres tengan posibilidad de ejercer su derecho al voto a partir de los 45 años, ya que se plantea “si antes de esa edad crítica está perfectamente capacitada la bella mitad del género humano. ¿No puede estar, y de hecho está disminuida en algún momento la voluntad, la inteligencia la psiquis de la mujer?” (Diario de sesiones de las Cortes Constituyentes, núm 47, pág 1337).
Ante tales descalificaciones a la inteligencia femenina, Clara Campoamor no quiso entrar “a discutir tales cosas. Afrontad la responsabilidad de dar entrada a la mitad del género humano en la política” Clara demostró así que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio.
El mes de septiembre concluyó con la aprobación de que las mujeres puedan ejercer su derecho al voto, pero con más de 200 ausencias en el hemiciclo. Pero ¿Cuándo entraría en vigor tal aprobación?
Para dar respuesta a esta pregunta habrá que esperar al día siguiente: El 1 de octubre.
Había sido una noche larga. Clara apenas pudo conciliar el sueño consciente de que muchos de sus compañeros diputados, estaban sembrando dudas acerca de la conformidad o no del sufragio femenino, de la edad y de la posibilidad de rechazar el presente acuerdo el día 1 de octubre. Había voces que hablaban incluso de un cambio de posición de la propia Clara y que ésta había decidido aplazar la ejecución del derecho al voto para más adelante. ¡Nada más lejos de la realidad!
El primer día de octubre será cuando las dos diputadas de la Cámara, con posturas distintas, expondrán sus diferencias y argumentarán sus posiciones respecto a la idoneidad o no de que las mujeres puedan votar desde aquel momento.
El hecho de enfrentar a las dos únicas mujeres diputadas a costa del sufragio femenino, fue una idea brillante por parte de ambos partidos: El Partido Radical que había dejado sola a Clara en su defensa de implantar el voto femenino de forma inmediata y el Partido Republicano Radical al que pertenecía Victoria Kent, y que defendían esperar unos años para que las mujeres pudiesen votar.
Así, en un gesto de valentía, Victoria Kent tomó la palabra y defendió que creía conveniente ser ella, una mujer, la que dijese ante el hemiciclo que el voto femenino debía aplazarse.
La actitud desafiante y sincera de la diputada Kent impactó ante todos los allí presentes. Insistió en que “su derecho no le era negado, si no que podría disfrutar de él a su debido tiempo. Primero era necesario vivir unos años bajo la República para que las mujeres apreciaran los beneficios que ésta les ofrecía”.
Ante estas palabras, Clara Campoamor que intentó medir su vocabulario para no ofenderla en el terreno personal. Se limitó a afirmar que por el pensamiento de su compañera Kent con toda seguridad, había resonado “la frase de Anatole France cuando nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al Parlamento a legislar contra los suyos”. (Discurso de Clara Campoamor ante las Cortes, 1 de octubre 1931). Insiste además en que “las mujeres han demostrado un sentido de responsabilidad social y que analfabetismo es mayor entre ellos ¿Por qué no se exige lo mismo a los hombres? ¿Por qué ellos, con la llegada de la República han de tener sus derechos plenos y ha de ponerse freno a los de las mujeres?” (Diario de sesiones de las Cortes Constituyentes, núm 48, pág 1353)
Durante todo el día hubo réplicas de una a otra y no parecían llegar a un consenso. Los diputados, desde sus escaños vociferaban en contra de las aportaciones de Clara Campoamor que, en más de una ocasión tuvo que rogar ante la Cámara que se le escuchase con respeto.
El debate concluyó con las siguientes palabras de Clara: “Yo, señores diputados, me siento ciudadana antes que mujer y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de este derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros, No dejéis que ella, si es regresiva, piense que la esperanza estuvo en la Dictadura. No dejéis que la mujer avanzada piense que su esperanza de igualdad está en el comunismo. No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar” (Diario de sesiones de las Cortes Constituyentes, núm 48, pág 1353-1354)
Ante este discurso, la diputada Victoria Kent no pidió turno de contrarréplica.
Y llegó el esperado momento de la votación. En ese preciso momento fueron muchos los diputados que abandonaron sus escaños para no participar en la votación. ¿Falta de valor?,¿cobardía política?... sea como fuere los votos a favor y en contra resonaban en el Hemiciclo durante un tiempo que se hacía interminable para Clara Campoamor.
El resultado final fue de 161 votos a favor y 121 votos en contra. ¡España había aprobado el derecho a voto de las mujeres a partir de 23 año! (al igual que los hombres).
Habría que esperar aún un año y medio para que las mujeres participasen con sus votos en los primeros comicios.
Será el 23 de abril de 1933 cuando se celebraban elecciones municipales en más de 2500 municipios españoles. Ese día, ante los colegios electorales se formaban largas colas de mujeres con sus papeletas en la mano, dispuestas a ejercer un derecho que tuvo gran acogida en la España Republicana y que llenó titulares de prensa.
Ahora se cumplen noventa años de aquella fecha que sin duda marcó un antes y un después para las mujeres de nuestro país.
Hoy el hemiciclo del Congreso de los Diputados no solo está ocupado por un importante número de mujeres si no que, al menos hasta el próximo domingo, esta institución está presidida por una mujer. Algo de lo que con toda seguridad llenaría de orgullo a nuestra protagonista Clara Campoamor y muy posiblemente también a su compañera de Cámara Victoria Kent.
Ana Victoria Moruno Rodríguez, Licenciada en Historia del Arte.