En este post volvemos a contar con Alba González Fernández para desengranar otro término.
La conciliación se refiere a la posibilidad de compatibilizar el trabajo remunerado con las tareas domésticas y las responsabilidades familiares, que aunque no remunerado, también es trabajo.
¿Por qué es tan importante para el feminismo? Pues porque, por poner un ejemplo, en nuestro país el 70% de las horas dedicadas al trabajo doméstico no remunerado recae en las mujeres.
Este término debería incumbirnos por igual a ambos sexos, pero, desgraciadamente, eso no es así. Por ello, si bien el objetivo del feminismo es un reparto igualitario de las tareas del hogar, para que la inercia sexista de nuestra sociedad no la haga recaer en las mujeres, por el camino debemos luchar por mejores políticas de conciliación, que permitan a esas mujeres con doble y triple jornada sobrevivir a esta extrema carga de responsabilidades.
Se da por hecho que la mujer asume la carga doméstica y de cuidados, no solamente de hijos e hijas, sino personas dependientes y cuidado de mayores.
La conciliación también debería contemplar el ocio y tiempo libre como parte importante en la vida de una persona.
