En este post trataremos el techo de cristal junto a Alba González Fernández.
La expresión se le atribuye a Marilyn Loden, una escritora estadounidense que en 1978 la pronunció durante un discurso, refiriéndose al hecho de que las mujeres, que somos la mitad de la población mundial, ocupamos un porcentaje desproporcionadamente bajo de los cargos directivos de empresas o instituciones.
La metáfora, concretamente, describe esa barrera invisible con la que se topaban y aún se topan tantas mujeres que, aún con extensa formación y experiencia en sus respectivos trabajos, no logran ascender.
La entidad European Women on Boards (Ewob) analiza anualmente quién toma las decisiones en las cúpulas de las empresas más grandes de Europa, y en su informe de 2021, constató que, "solo el 7% de las empresas en Europa están dirigidas por mujeres”, dato sorprendente dado que las mujeres representan la gran mayoría de las carreras universitarias.
Los prejuicios sexistas y la cultura empresarial masculinizada, sumada al reparto desigual de las tareas del hogar y de los cuidados de hijos, hijas y personas mayores, han demostrado jugar un importante papel en la fortificación de este techo. Esa doble y triple jornada que la sociedad impone a las mujeres merma la capacidad y posibilidad de ascender, dado que se presupone que una mujer en un trabajo va a fallar más por sus obligaciones extralaborales. Es gracias a que ellas tomen el relevo doméstico que los hombres asciendan y tomen el poder.
También existen comportamientos machistas que fomentan los estereotipos y consiguen afianzar este techo, como dar por hecho que ellas traen y sirven el café, o no enfadarse o criticar a una mujer cuando es jefa.
Muchas personas cuestionan que exista este techo, pero no hay explicación para que las mujeres sean el 50% o más de algunas carreras universitarias, pero luego no existe paridad en los altos cargos de las empresas. Solamente un 27% en el consejo de administración del Ibex 35 son mujeres. Está muy lejos del 50% que lo estudian.
Por ello, es tan importante que insistamos en políticas de discriminación positiva, así como en formación en igualdad para que, algún día, estas no sean necesarias.
