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Escritoras que publicaron bajo seudónimos masculinos

3 ABRIL 2023

En la Literatura como en el resto de las facetas humanísticas y científicas, las mujeres avezadas con las palabras y la pluma han sido menospreciadas y relegadas al olvido.

El arte de escribir era cosa de hombres, ya que entre los atributos que debía poseer una dama no se encontraba el de narrar historias.

Sin embargo el tesón de muchas de ellas por expresar sus sentimientos, inquietudes, preocupaciones y aspiraciones por escrito, las llevaron a no cejar en su empeño por lograr ver publicada su obra. Aunque ello supusiera firmar sus textos con seudónimos masculinos (o ambiguos) o incluso recurrir al anonimato.

A principios de Enero de 1837, el poeta británico Robert Southey, recibió un documento escrito por una profesora de Roe Head, la cual pedía que le diese su experta opinión sobre la obra y si consideraba que sus poemas eran dignos de publicarse.

Robert Southey , airado por la osadía de la docente, le envió la siguiente misiva: “La literatura no puede ser asunto de la vida de una mujer, y no debería ser así.

Esta profesora decepcionada en un primer momento porque Robert Southey no valorase su obra si no que se limitase a calificar que ella no podía publicar por el mero hecho de ser mujer, no cejó en su empeño y decidió publicar su obra Jane Eyre bajo un seudónimo masculino: Currel Bell.

Esta novela romántica, que pronto se convirtió en un éxito literario y que hoy día es considerado un clásico de la literatura inglesa, fue escrito por la magnífica Charlotte Brontë.

Pero además de Charlotte, sus dos hermanas: Emily y Anne también tuvieron que firmar sus obras con seudónimos masculinos. Así, Emily Brontë publica su única novela Cumbres borrascosa bajo la autoría de Ellis Bell.

Y Anne Brontë, autora de Agnes Grey, lo hace bajo el nombre masculino Acton Bell.

De estos primeros años del siglo XIX es la obra Frankenstein o el Moderno Prometeo, de la majestuosa Mary Shelley. Este relato de terror, escrito en una noche de verano de 1816, se publicó por primera vez bajo autoría anónima en 1818.

Este anonimato encumbró a Percy Shelley, esposo de Mary, ya que la sociedad decimonónica dio por hecho que tal criatura terrorífica sólo podía ser resultado de la pluma de Percy.

No será hasta 1823 cuando la obra se publique con el nombre de Mary Shelley.

Concluiré el recorrido por la literatura inglesa del siglo XIX haciendo mención a Mary Anne Evans. Fue una de las principales figuras de finales de siglo y si bien su influencia y contactos con intelectuales de la época le hubiesen permitido, quizá, escribir con su propio nombre; ella prefirió hacerlo con el seudónimo: George Eliot.Así, se aseguraba ser tomada en serio por la sociedad.

Tuvo una obra prolífica con títulos como: El hermano Jacob, El velo descubierto o Silas Marner.

De la literatura americana destaca Louisse May Alcott autora de un clásico imprescindible: Mujercitas.

Si bien esta obra cumbre fue firmada con su nombre real, no ocurrió lo mismo con sus primeras novelas de corte gótico. Para esta utilizó el seudónimo A.M. Barnard. La ambigüedad del género en el nombre permitía que los lectores se centrasen en lo importante, el texto.

En Francia también hay autoras que debieron ocultar su identidad real bajo nombres masculinos. Así, Amantine Aurore Dupin periodista revolucionaria de carácter fuerte que incluso se atrevió a utilizar vestimenta masculina. Bajo el seudónimo George Sand publicó en 1832 su obra más conocida: Indiana, en la que reflexiona sobre el adulterio y el deseo femenino.

Otras obras destacadas de esta autora son: Lélia, Consuelo, Los maestros soñadores...

Sidone Gabrielle Colette, es una novelista francesa encumbrada por la obra Claudine. Consiste en una serie de relatos que narran sus recuerdos de niñez y adolescencia. Estas obras las realizó bajo la solicitud de su esposo Henry Gauthier Villar que pronto se dio cuenta del potencial de la joven francesa y que no dudó en firmar la autoría de la misma, llevándose todos los elogios de los lectores y editores.

Tendrán que pasar más de diez años para que Colette se divorcie de Gauthier y publique su primera obra firmada con su nombre Diálogos de Animales.

Nuestro país no vivió ajeno a estas circunstancias de autoras silenciada y ocultas bajo nombres masculinos. Los siglos XIX y XX la sociedad española no reconocía el talento de sus literatas. Habrá que esperar a las últimas décadas del siglo XX para reivindicar el talento de algunas de ellas.

Tal es el caso de Cecilia Bölh de Faber, nacida en Suiza en 1796 ya que su padre era cónsul. Su infancia transcurre entre Suiza, Alemania y Cádiz. Si bien siempre fue diestra en el arte de la escritura, su padre le insistió en que no perdiera el tiempo escribiendo ya que eso era una labor asignada a los hombre ya que las mujeres no tenían la capacidad intelectual para hacerlo.

Quizá por ello, Cecilia decidió publicar su obra con un nombre masculino: Fernán Caballero . Nombre que tomó de una población de Ciudad Real.

Bajo este seudónimo publica su obra más famosa: La gaviota. En el que su protagonista, una joven de voz espectacular triunfa en los escenarios de Sevilla y Madrid.

La principal característica de la obra de Cecilia es que abandona el costumbrismo tradicional y la vida de una España empobrecida. Para así, dar luz a personajes de vida cómoda, defendiendo las virtudes católicas y monárquicas.

Otras obras de Cecilia son: Clemencia, Promesa de un soldado a la virgen del Carmen, El verano en Bornos...

Matilde Cherner. Salmantina nacida en 1833. Mujer de pensamiento e ideología liberal.

Publicaba artículos en prensa local y nunca temió exponer sus ideales en los mismos. En estos artículos trató polémicos temas como la educación femenina, su imposibilidad en el acceso a estudios superiores, la prostitución o la política.

Trató el patriotismo y la monarquía con gran maestría en su obra Ocaso y Aurora. Escrito que firmó bajo el seudónimos de Rafael Luna. En este texto deja ver cómo influyen los acontecimientos históricos en la vida de los personajes de la obra, principalmente los personajes femeninos.

Otras obras relevantes son: María Magdalena: estudio social, Novelas que parecen dramas...

Concluiremos este repaso de escritoras que firmaban sus obras con seudónimo masculino con María de la O Lejárraga. Nacida en La Rioja en 1874.

Feminista española que sin embargo, no logró escapar de la larga sombra de su esposo Gregorio Martínez Sierra. Quien sólo cuando se encontraba ante las puertas de la muerte, fue capaz de reconocer que parte de su obra había sido realizada por su esposa.

Hoy sabemos que todas las obras teatrales firmadas por Gregorio Martínez Sierra se las debemos en realidad a María Martínez Sierra (Tomó los apellidos de su marido cuando se casaron).Así sirvan de ejemplo magnas obras teatrales tales como: La hora del diablo, Sortilegio, Mujer, Triángulo…

Colaboró con artistas de la altura de Joaquín Turina o Manuel Falla (El amor brujo, el sombrero de tres picos). Y entabló una gran amistad con el onubense Juan Ramón Jiménez.

Pero la lista de literatas escondidas bajo seudónimos masculinos no termina con las mencionadas. Hubo muchísimas más: Carmen de Burgos (Gabriel Luna o Perico el de los Palotes),Francisca Cristina Sáenz de Tejada y Ortí (Seudónimo: Gracián Quijano y El padre Pareja), Eva Canel (Fray Jacobo), Caterina Albert (Seudónimo: Victor Catalá)…..

Pero tristemente, a lo largo de la Historia no sólo nos hemos encontrado con mujeres ilustradas, cultas y diestras en la literatura que escribían bajo nombres masculinos si no que en muchas ocasiones ni siquiera firmaban sus obras. Ya lo sentenció Virginia Woolf en su obra Una habitación propia: “Para la mayor parte de la Historia , Anónimo era una mujer”.

 

Por Ana Moruno Rodríguez, licenciada en Historia del Arte. Colaboradora de #AdejeIgualdad


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