En la iglesia parroquial de Santa Úrsula en Adeje se conservan dos importantes custodias de plata cincelada, repujada y sobredorada, ejemplo de la platería canaria del siglo XVIII.
Una custodia es una pieza de materiales preciosos (oro o plata), donde se coloca la hostia después de la consagración para la adoración de los fieles. Surgen a mediados del siglo XIII para la fiesta del Corpus Christi, pero es en el siglo XV cuando se define el modelo habitual de custodia.
Es el elemento mas peculiar de la orfebrería canaria, donde se pone de manifiesto todo lo suntuario y rico de este arte. El Corpus Christi adquirió gran importancia en nuestras islas como fiesta religiosa y popular y que, dentro de esa celebración, la protagonista máxima es la hostia expuesta, lo que convierte a las custodias en las piezas más importantes y trabajadas que un platero deba hacer, donde la creatividad y el lujo deben derrocharse.
En Canarias la plateria alcanzó un gran desarrollo en el siglo XVIII, tras años de influencias sevillanas, castellanas, portuguesas y americanas. Especialmente La Laguna se convirtió en el principal centro plateril del archipiélago. Este apogeo se extenderá durante todo el setecientos, y esto se explica por el hecho de una mayor abundancia de plata en Canarias, por el aumento del intercambio comercial con América y Europa.
El repujado fue la técnica preferida por los orfebres canarios, pues la maleabilidad de las planchas de plata permitía toda clase de efectos decorativos y cromáticos. Los plateros laguneros sobresalieron en el dominio del repujado, con temas de formaciones vegetales geometrizadas.
CUSTODIA BARROCA DE ALONSO DE SOSA, 1748
Realizada en plata cincelada, repujada y sobredorada, de estilo barroco. El ostensorio está formado por dos series de rayos que terminan en estrellas de dos tamaños. Este tipo de rayos flameados llega desde 1700 hasta 1750. La caja del viril es plana y rodeada de cabezas de querubines. Una cabeza de querubín de mayor tamaño, prolonga el eje del ostensorio y sostiene la cruz terminal. El astil con nudos de jarrón semiovoides, adornados con seis asas caladas. El pie es cónico circular. Aparece cubierto por un repujado bastante alto que permite situar la custodia hacia finales de 1750. La base del pie presenta como tema decorativo una cenefa de flores unidas por lo que parecen ser eslabones de una cadena. El grueso toro que esta sobre ella alterna los temas eucarísticos de vides y espigas separados por bandas lisas. En esta parte es donde los relieves alcanzan mayor proyección, un follaje barroco encuadra los racimos de uvas y los haces de espigas. Una cenefa con temas geométricos: romboidales y ovoides. En el astil se suceden temas florales.
Esta custodia no aparece con marca de platero y tampoco esta firmada. A pesar de ello, gracias a la documentación y la investigación, está atribuida a Alonso de Sosa, quien fue "maestro de platero y el más inteligente de La Laguna, para que no se pueda vender alaxa ninguna de plata y oro son que preceda el reconocer si es de ley y siéndola, marcarla con el sello de la ciudad que se le dará para este efecto". Este orfebre trabajó en el taller de Ildefonso de Sosa , quien realizó en 1734 la custodia de la Iglesia de Santo Domingo de La Laguna, pieza que recibió muchas réplicas y crea el modelo definido de ostensorio con rayos alternantes rectos y largos, con estrellas en las puntas y flameantes cortos. De Alonso de Sosa es también la custodia de la Iglesia Parroquial de la Victoria de Acentejo, y existe un gran paralelismo con esta de Adeje.
CUSTODIA ROCOCÓ DE ANTONIO DE VILLAVIVENCIO, 1784
Tiene una doble inscripción en el pie:
Dióla d limosna el Sr.Dn. Juan Bautista de Herrera Ayala y Roxas Conde de la Gomera al convento de N.P. Sn. Francisco de la Villa de Adeje año de 1682. Aumentóla y dorola la devoción del Capn Dn. Francisco del Castillo Santelices que costeó su nueva fábrica que importó 180 ps. Isola en La Laguna Antonio Villavicencio año de 1784.
De esta inscripción deducimos varias cosas. Por un lado que esta era la custodia del convento y que debió de ser de otra manera cuando la donó el marqués en 1680, y que cien años después, el administrador general de la Casa Fuerte Don Francisco del Castillo Santelices, encargó la recomposición de la custodia, que se realiza bajo los nuevos modelos estéticos, más próximo al rococó que al barroco. Pertenece a la tipologia de custodia que se realiza a partir del 1750, de ráfagas macizas, que se inspira en la custodia italiana de la Iglesia de La Concepción de La Orotava.
En el ostensorio las ráfagas de rayos son alternativamente largas y cortas y en ésta un rayo se prolonga terminando en una estrella de diez puntas. Con este tipo de sol la custodia gana en densidad, logrando concentrar la atención en el viril. Este es plano y rodeado por cuatro cabezas de querubines. Una cabeza de querubín de mayor tamaño sostiene la Cruz terminal, que se adorna con ráfagas y asitas que surgen de la base. El astil con un nudo lotiforme, con cabezas de querubines y una serie de toros y escocias superpuestos, decorados con temas florales y gallones. El pie es circular, el tema decorativo es una guirnalda de flores unidas por una rama. El toro que queda sobre ella aparece repujado con temas de vid y espigas alternados. Presentan poco relieve. Están encuadrados por unas formas arriñonadas típicas del barroco. El conjunto tiene forma oval y unas bandas lisas separan a un tema de otro. El astil compuesto con escocias lisas y toros con gallones.
Es obra de Antonio Villavicencio, que en el ultimo tercio del XVIII, coincidiendo con el rococó, desarrolla su labor en La Laguna, con uno de los talleres más importantes, con numerosos oficiales y aprendices como Juan Rodriguez y Juan Nepumuceno Estévez . Estampó su firma en la custodia en 1784. Parece haber destacado en la creación de andas de baldaquino, recubiertas de chapa de plata repujada, como las andas de la Virgen de la Soledad de la Parroquia de La Concepción de Santa Cruz de Tenerife.
Las dos custodias, son un ejemplo de la orfebreria canaria del siglo XVIII, que han procesionado durante muchos años y siglos por las calles de Adeje en la festividad del Corpus Christi. Estas piezas, testigos de la historia, forman parte del patrimonio histórico-artístico de Adeje.