Las primeras fotografías comenzaron a realizarse a partir de 1835 con el descubrimiento del daguerrotipo, si bien no fue hasta mediados del siglo XX cuando las cámaras fotográficas se convirtieron en objetos que, aunque costosos, podían encontrarse en algunos hogares.
En las fiestas de La Quinta de Adeje, por el mes de septiembre de la mitad de la década de 1940, encontramos una instantánea con el fotógrafo retratado. El artista ambulante, conocido como Felipe «El Árabe» o «Felipe el fotógrafo» fue captado por otra cámara que dejaba constancia de su trabajo: un «correcaminos» que ofrecía sus servicios de forma casual o premeditada, pues también era habitual concertar la visita del fotógrafo para que dejara constancia de una fecha inolvidable, como fiestas, eventos familiares, bodas, bautizos, comuniones o defunciones. De esta manera, el fotógrafo ambulante dejaba con su trabajo un testimonio valioso que forma parte de ese legado que hemos heredado, hijos y nietos, en una caja con viejas fotografías.
El primer fotógrafo de Adeje, conocido con el sobrenombre de «Don Pepito, el Fotógrafo», José Agustín Afonso Quintero, nació en el barrio de Los Olivos el 27 agosto 1949. En 1973 abrió las puertas de su pequeño estudio fotográfico en la calle Grande, en el número 8a del orden, hoy, sede de la Compañía de Seguros Allianz. En esta céntrica vía se dedicó a su profesión con encargos para bautizos, comuniones, bodas y reproducciones durante muchos años. No en vano, en todos los álbumes adejeros de la época, puede localizarse alguna foto de D. Pepito, en la que la infancia quedó inmortalizada en su estudio: sentados en un sillón de mimbre a la espera del disparo de la cámara de D. Pepito, los niños pasaron a formar parte de estos documentos gráficos. Retratista de paisajes, el Ayuntamiento de la Villa atesora instantáneas de la cascada del Barranco del Infierno, de Taucho o una panorámica del casco de Adeje tomada desde Los Molinos. Se trata de fotografías de gran formato para la decoración-exposición del escenario de las Fiestas de Adeje de 1978, encargadas por C.D. El Águilas de Adeje responsable ese año de tal evento. Otra de sus magníficas fotografías se encuentra en el conocido «Bar Restaurante España», fundado en 1930 por Juan Esquivel Pérez (Juaniquillo) y María Luisa Álvarez Melo, Calle Grande nº 18. Momentos detrás de la cámara que sólo un gran apasionado de la fotografía y de su pueblo sabe captar. Con el paso del tiempo, D. Pepito se adaptó a las nuevas demandas de su clientela y en 1985 su establecimiento pasó a ser conocido como «Vídeo Club D. Pepito». En 1988 trasladó el local al número 25 de la calle Grande y años más tarde al número 22 de la misma. El 23 de junio de 1992 D. Pepito nos dejaría para siempre, dando paso a las nuevas generaciones de fotógrafos.
Entre ellos se encuentra Héctor Prieto Barrios, también natural de Adeje, hijo de José Prieto Vargas, de La Hoya, y de Alicia Barrios Dorta, de Guía de Isora. Nacido el 15 de enero de 1962, como cualquier chico, jugaba en la calle con sus amigos, inventando qué hacer con el transcurso de la tarde, hasta que su padre le regaló una cámara, formato 6 x 9 fechada en 1910 y traída de Venezuela. Fue en ese momento cuando empezó a captar, entre otras, imágenes como la de su madre, que luego revelaba dentro de un armario, un improvisado cuarto oscuro que dio luz a sus primeras instantáneas. Sería a la edad de 24 años, después de estudiar Fotografía y Cine, cuando esta afición se convirtió en una apasionada profesión. En 1986 montó su tienda-taller «Foto Estudio Teide» en el número 27 de la calle Grande (donde también estuvo ubicado el desaparecido Taller del Cuadro). Posteriormente se trasladó al número 12 de la misma vía —frente a las Casas Consistoriales— y, por último, abrió el estudio en Los Olivos, en la calle La Postura número 33, donde se encuentra actualmente. Uno de sus primeros trabajos, fechado en febrero de 1987, fue un encargo del Ayuntamiento, un reportaje fotográfico de la princesa Estefanía de Mónaco, que visitaba la isla de Tenerife para grabar un vídeo musical ambientado en el carnaval tinerfeño, El Teide y la playa de Las Américas, destinado al mercado norteamericano. Como fotógrafo, con el paso de los años ha sabido adaptarse a las nuevas tecnologías, y de aquellas cámaras de fotos con rollos de 36 con las que trabajaba —en comuniones con más de 40 niños para las que tenía que llevar dos cámaras y hacer señas al párroco del pueblo, don Ismael, para hacer tiempo, cambiar de rollo y continuar con el reportaje—, ha pasado a la cámara digital. Pero en esta carrera, Héctor no ha andado siempre solo, pues parte de ella la ha recorrido junto a su mujer, Ayaris Álvarez Aguilar. Juntos han vivido fiestas, bodas, bautizos, comuniones y un sinfín de eventos que han sido plasmados por el ojo visor y la cámara. Ahora, un nuevo fotógrafo, una nueva generación, se suma a la andadura de «Foto Estudio Teide»: su hijo Alejando Prieto Álvarez, quien dará luz a nuevos testimonios gráficos.