Se está terminando un invierno cualquiera, de un año cualquiera, de mediados del siglo XVII, en la zona suroeste de la isla de Tenerife. Las temperaturas suben, las precipitaciones disminuyen y los campos, tierras y recursos naturales de estos pagos, necesitan que se continúe con el trabajo que garantice el sustento de sus señores y de su población.
¿Cuáles eran estos trabajos? En el Marquesado de Adeje todo estaba bien dispuesto para que nada fallara y se establecían una serie de labores, bien repartidas entre sus lugareños, que permitían el mantenimiento de su principal industria, el Ingenio Azucarero, además de la obtención de los alimentos y materias primas necesarias para la supervivencia de todos.
Así, en primer lugar, cobraba extrema importancia la gestión del agua, que tras los meses de mayores precipitaciones, hacía que su vigilancia y cuidado fuese primordial. Por ello, se intentaba acondicionar su aprovechamiento lo mejor posible y de la siguiente manera:
“A principios de Marzo, (…), va el mayordomo con diez hombres al Barranco, (…), la traen alistada (el agua) en forma de acequia, (…), mirando las tageas, y algún cascajo que en ellas cae se echa fuera con las manos, y así mismo el musgo pelarlo, pues con las avenidas del invierno, (…)” (*)
La limpieza y el acondicionamiento de los cauces del agua que provenían del Barranco era una labor importantísima para el buen desarrollo de los cultivos en los terrenos de la “Casa Fuerte”, cuyo exponente más importante era la caña de azúcar.
“El agua ande todo el año en las cañas, sin salir de ellas, si solo los domingos se riega la viña y este día está dedicado para ella hasta vísperas, y después de estas horas se riegan las huertas que están arrendadas alrededor de la Casa” (*)
Por otro lado, se procedía a la limpieza de los terrenos de cultivo mediante la retirada de hierbas y rastrojos que en ellas estaban más presentes tras los meses invernales y que podían dificultar el correcto desarrollo de lo sembrado y lo que estaba por sembrar. Tal labor queda evidenciada en el siguiente fragmento:
“En el mes de Febrero se obliga a los medianeros escarden en las sementeras de altos y medios, y se continuará en el mes de Marzo, esto siendo necesario, y en la costa siendo año bueno por ser dañosos los marmojaes por lo mucho que se tienden, que les obliga también a la escarda” (*)
Para finalizar, con este breve recorrido por los trabajos que venían aparejados con la llegada de la primavera, es necesario mencionar el trabajo en los morales que se encontraban en los terrenos adyacentes a la casa. En ellos se criaban los gusanos de seda que aportaban tan estimada materia prima y que significa un testimonio más del progresivo asentamiento de su trabajo en las islas, cuyo máximo auge se produjo a finales de este siglo y primeras décadas del siguiente. Y así, se hacía lo siguiente en ellos:
“En Febrero se les da otra regadura y en Marzo otra, este mes se suelen señalar los morales dándoles para cada una los que parezcan bastar para criarla y por esto dan una libra de seda fina (…)” (*)
Como se puede entrever, todos los trabajos y acciones que procuraban el apuntalamiento de los hilos que tejían la economía y supervivencia del Marquesado de Adeje, estaban plenamente establecidos entre sus vecinos, formando parte integral de su vida cotidiana y de su quehacer diario. En esta sociedad agrícola, que rayaba la subsistencia, todas estas labores eran primordiales para seguir sosteniendo dicha comunidad por ellos formada. Cuando se cometían errores en su realización o las condiciones climáticas no eran las idóneas, los adejeros y adejeras, al igual que el resto de sus vecinos isleños, eran los principales afectados, siendo objeto de episodios de hambrunas, emigración y demás situaciones de lesa magnitud.
Sea como fuere, siempre se lograron acometer, de una manera o de otra, con mayor o menor éxito. Las gentes de estas tierras sureñas consiguieron, a lo largo de estos decenios, mantener su sistema socioeconómico y que perduró por muchos años más.
(*) Velázquez, Marcial M. “Directorio de la Casa Fuerte de Adeje por los años 1654 a 1656”. Ayto. Adeje.