Aprovechando la cercanía de las fechas navideñas y del ansiado, por muchos niños y niñas, “Día de Reyes”, nos queremos adentrar un poco en la historia de la presencia de los camellos, animales que los acompañan, en nuestro municipio.
No se tiene hoy en día del todo claro la fecha exacta de introducción de los camélidos en el Archipiélago Canario, aunque sí se sabe que se comenzó a producir su llegada y utilización a lo largo del siglo XVI, ligados al desarrollo de los nuevos modelos productivos implantados por los colonizadores. Se tiene cumplida cuenta que Pedro de Ponte, uno de ellos, y ostentador del Mayorazgo Adejero, intervino directa o indirectamente en las cabalgadas que se realizaban en territorio norteafricano para proveer a sus nuevas propiedades de mano de obra y de animales destinados al duro trabajo que suponía el acondicionamiento, cultivo y transporte de todo aquello que se producía en sus pagos sureños.
Fue probablemente este el momento en el que llegaron los primeros camellos a Adeje. A pesar de no ser animales que se adaptaran convenientemente a terrenos escarpados y pedregosos, sí que lo hacían muy bien a lugares secos, con escasez de agua, características éstas de gran parte de esta zona meridional. Por ello, fueron esenciales en las roturaciones de terrenos, para el transporte de personas y mercancías o, en épocas de escasez, también como fuente alimenticia, tanto por su leche, como por su carne, destinada a las clases menos pudientes.
Eran tan importantes para el mantenimiento de la Casa Fuerte adejera y de su ingenio azucarero, que se les tenían cuidados muy especiales, como se recoge en este fragmento: “A estos(Camellos) se les lleva yerba todo el año teniendo particular desbelo en los yerberos para que traigan bastante y se tiene cuidado, se limpien las camas en las que duermen y que no anden matados”; además de personal destinado a su guarda y cuidado, caso del “Guarda de Camellos”, que se ocupaba de vigilar el ciclo reproductivo de los animales, de su venta o adquisición y de su traslado a las diferentes zonas de pasto, propiedad del mayorazgo, dentro y fuera del actual municipio de Adeje.
En suma, eran un elemento fundamental en los trabajos más duros vinculados al cultivo de la caña y en la agricultura de subsistencia del lugar, siendo piezas de gran estima en la labor de los arrieros destinados a ello.
Como se puede ver, fueron un pilar esencial en la vida de los adejeros durante varios siglos, quedando recogida su presencia en toda la historia del señorío. A comienzos del siglo XIX, gran parte de los camellos existentes en Tenerife se encontraban en la comarca adejera.
Tras muchos años y el progresivo cambio que fue experimentando el municipio a lo largo del pasado siglo, los camellos se fueron viendo relegados a una presencia prácticamente testimonial, a pequeñas actividades turísticas o a celebraciones como las que estamos a punto de acometer, la venida de los queridos Reyes Magos de Oriente. Todo ello no debe esconder el papel esencial que jugaron estos animales en la sociedad y economía del lugar durante varios siglos, mancando su presencia, un signo distintivo de la comarca.