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El cuadro de las Ánimas Benditas

30 OCTUBRE 2015

Existe un cuadro de ánimas en la nave mayor de la Iglesia de Santa Úrsula de Adeje, que formó  parte del retablo de ánimas que existió y citado en el inventario de altares de 1745. El lienzo se encontró doblado, dentro de una caja de zapatos y en 1995 fue restaurado  por Inés Hernández, gracias al Ayuntamiento de Adeje, poniéndose nuevamente al culto.

La devoción a las ánimas en Canarias tiene una gran tradición, al igual que en todo el Cristianismo. Su desarrollo comienza con los postulados del Concilio de Trento, en 1563, debido a la negación de los protestantes de la existencia del purgatorio (para los católicos sí existe). De hecho, las ánimas son las almas de los que fallecen en gracia de Dios y van al purgatorio para purgar hasta la redención. Para ello, es necesario que desde la tierra los vivos intercedan por sus almas con rezos y misas,  para que  se rediman y  pasen a la gloria eterna.

Los cuadros de ánimas tenían una función catequizante. En una sociedad analfabeta, donde no sabían leer ni escribir, la plástica juega un papel fundamental en ese adoctrinamiento de la sociedad bajo los postulados contrarreformistas.

Destaca la composición piramidal del cuadro, estructurada en tres niveles. El lienzo tiene unas dimensiones de 260 x 194 cm, en posición vertical. Representa al Arcángel San Miguel, abogado de Dios, que con su balanza para las almas, juzga la gravedad de los pecados cometidos por los hombres en la tierra. Se le representa alado por su condición de enviado de Dios. A su derecha, la Virgen sostiene con el brazo izquierdo al niño y ofrece a las ánimas el Rosario con la mano derecha.  A la izquierda del Arcángel aparece San Nicolas de Tolentino, con su  hábito agustino salpicado de estrellas orando por las almas. Coronando a San Miguel se representa a la Santísima Trinidad entre nubes y acompañada por siete querubines. A los pies del conjunto, bajo las nubes sobre las que reposan las figuras, aparecen representadas las almas de diversos seres humanos que sufren en el purgatorio, sin gozar de ninguna prebenda o consideración a los cargos que ostentaban en la tierra ni a otro tipo de circunstancias. Así, vemos de derecha a izquierda a un alto jerarca de la Iglesia, una mujer joven, un monarca, una mujer de mayor edad y un fraile, rodeados por las llamas.

Es de autor anónimo pero vinculado a los círculos pictóricos del barroco canario. Posee elementos que lo singularizan, con respecto a otros cuadros de Ánimas, como que tradicionalmente es la Virgen del Carmen la que nos salva del Purgatorio y no la del Rosario, como en el de Adeje, quizás por la vinculación de los Ponte con la Orden de Los Predicadores.

Otra singularidad de este lienzo es que aparece San Nicolás de Tolentino, que es el primer santo de la orden de los agustinos y patrón de las ánimas del purgatorio. De ahí esa singularidad, ya que en la mayoría de los cuadros de ánimas en Canarias aparecen santos franciscanos. En Adeje, la devoción a San Nicolás fue muy importante, puesto que existe una talla que se conserva del santo, la cual estaba ubicada en el retablo mayor y tuvo una cofradía en el siglo XVIII. De ahí que se incluyera al santo agustino en el cuadro.

Desde 1691 existió una cofradía de las Ánimas Benditas. Una de sus actividades eran los  Ranchos de Ánimas por las calles de la villa con la finalidad de recaudar limosnas para las misas de las almas. También recibían ingresos por el alquiler del paño de las ánimas para los entierros.

El Directorio de la Casa Fuerte refleja la obligatoriedad perpetua de celebrar a las Ánimas, tanto en los oficios de la iglesia como del convento:

"...Un oficio de Ánimas en el mes de noviembre, por los finados por las Almas de mi obligación que se hará con toda solemnidad poniendo la cera el convento que han de ser cuatro candelones en el altar y cuatro en el cuerpo, y se darán por esto una fanega de trigo y un barril de vino."

Más allá del sentido religioso, este cuadro tiene un valor artístico que representa muy bien lo que fue el sentido devocional de los adejeros en el siglo XVIII, un lienzo que forma parte del patrimonio histórico de la Villa.


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La primitiva ermita que bajo la advocación de Santa Úrsula existió en Adeje en la primera mitad del siglo XVI, en el mismo lugar donde hoy se levanta la actual Iglesia, fue una de las primeras construcciones religiosas del Sur de Tenerife, posiblemente erigida en los años siguientes a la conquista de la isla en 1496.   La primera referencia documental que sobre esta primitiva ermita se encuentra en el testamento de María de Lugo, del año 1530, en el que la esta manifiesta su voluntad de donar media dobla de oro a la ermita existente en Adeje.

La festividad religiosa del día de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, celebradas el 1 y 2 de noviembre, hunde sus raíces en la tradición pagana. La globalización ha hecho que cada año coja más fuerza la fiesta de origen anglosajón de Halloween, pero tanto en  España como en Canarias, existieron tradiciones vinculadas a esta celebración, que  coincide con el otoño, el final de las cosechas y la preparación para el invierno.

Hasta el siglo XIX, los entierros se hacían en los templos y en el exterior de los mismos. En el caso de Adeje, la actual torre de la plaza de España se levanta sobre los restos conservados del antiguo osario. Fue una ley del 6 de noviembre de 1813 la que prohibió la inhumación dentro de los poblados. El Gobernador Civil remitió un escrito dirigido al Alcalde Constitucional del Ayuntamiento de Adeje instandole a la rápida fabricación del cementerio, escogiendo para ello el terreno más apropiado, de acuerdo con el cura párroco y un procurador síndico. El costo de las obras debía ser de la parroquia.

C/ Grande, 1   38670, Adeje
Horario: 8:00 - 15:00 h