Hasta el siglo XIX, los entierros se hacían en los templos y en el exterior de los mismos. En el caso de Adeje, la actual torre de la plaza de España se levanta sobre los restos conservados del antiguo osario. Fue una ley del 6 de noviembre de 1813 la que prohibió la inhumación dentro de los poblados. El Gobernador Civil remitió un escrito dirigido al Alcalde Constitucional del Ayuntamiento de Adeje instandole a la rápida fabricación del cementerio, escogiendo para ello el terreno más apropiado, de acuerdo con el cura párroco y un procurador síndico. El costo de las obras debía ser de la parroquia.
El Alcalde responde al Gobernador Civil alegando que los terrenos de Adeje pertenecen al Heredamiento de la Casa Fuerte y que para construir el cementerio tuviera que ser en lugar de su propiedad, presumiendo que habría que pagar un canon. Manifiestan al Gobernador Civil la indefensión del Ayuntamiento ante el administrador de la Casa Fuerte.
Sabemos por un comprobante que extendió el párroco Agustín de Salazar a Baltasar Valcárcel, administrador de la Casa Fuerte, que en marzo de 1819 ya habían mandado a construir el cementerio a cargo del Exmo. Marqués. Pero no será hasta los años treinta del XIX cuando se concluya la obra.
Consultando los libros de defunciones del archivo parroquial, encontramos que hasta 1833 la sepultura se realizaba en la parroquia de Santa Úrsula y es a partir de 1834 cuando en las defunciones se cita como sepultura el cementerio. Ese año la Corporación Municipal designó una comisión para elegir los terrenos donde se edificase el cementerio.
El 3 de mayo de 1837 el párroco, Juan de Dios Hernández, comunicó al obispo de la diócesis, Luis Folguera, que el cementerio de la villa de Adeje se hallaba concluido, a costa de los vecinos, en la zona del Calvario, a falta de su bendición o persona en la que delegase para tan importante acto religioso, con el fin dar principio a los enterramientos. Un decreto del Obispo autorizaba al párroco para que lo representara en el acto de bendición. Un certificado del párroco de Adeje deja constancia de la bendición del cementerio el 13 de junio de 1837.
Existe un documento de 1876, en el que el párroco de Adeje solicita al administrador de la Casa Fuerte un trozo de terreno contiguo al cementerio para enterrar a los no católicos. Respondiendo que no puede otorgarlo sin la autorización del Exmo. Marqués y que en un pueblo tan pequeño donde todos son católicos, apostólicos y romanos y la escasa presencia de individuos de otras religiones debe ser insignificante, el trozo de terreno que haya de necesitar el Sr. Cura, pero sin la autorización del Marqués no puede otorgar terreno alguno. Esos cementerios para no católicos fueron conocidos como Cherchas, del inglés Church ( Iglesia).
También existe el documento de 1881 interesante sobre la solicitud para la construcción de un pabellón sepulcral. El Ayuntamiento otorgaba licencia para tal fin a Don Marcial Melián y Chiapi. Este señor, nacido en Gran Canaria, vino a Adeje donde arrendó la finca de Los Olivos para cultivar tabaco. A pesar de haber comprado una bóveda en el cementerio, no fue enterrado en Adeje sino en Uruguay a donde emigró tras el fracaso de su empresa tabacalera.
El paso del tiempo hizo que el deterioro del cementerio fuera en aumento, para lo que se hicieron necesarias ampliaciones de mejoras, que en épocas de miserias y escasez eran los propios vecinos con suscripciones voluntarias los que recaudaron fondos para esas reformas. Así hemos encontrado distintos escritos en el archivo donde aparecen reflejadas esas donaciones. En un acuerdo plenario de 1907 se da cuenta de lo recaudado por los vecinos desde 1904, siendo el importe de 196 pesetas, que no era suficiente para la obra de ensanche del cementerio, acordando la corporación municipal dar un nuevo impulso a la cuestación voluntaria de los vecinos. Existen unas láminas del proyecto de la fachada y ampliación de 1930. Finalmente, en 1934 el pleno municipal viendo el deplorable estado del cementerio acuerda ampliar la obra y mejorarla. El presupuesto era de 3600 pesetas.
También hubo intentos de construcción de otros cementerios como el de Taucho, del que se llegó a edificar las paredes, o el de La Hoya, que solo fue un proyecto.
Como hemos visto, la construcción del cementerio fue larga y adaptada a las necesidades de cada momento. En los últimos 25 años también se han producido mas mejoras y ampliaciones. Un espacio sagrado para las adejeras y los adejeros que cada comienzo del mes de noviembre visitamos para rezar y recordar a nuestros fieles difuntos.
EL DIA DE FINADOS
El mes de noviembre comienza con dos festividades de la tradición católica como son el Día de Todos los Santos y el de los Fieles Difuntos. Son fechas para recordar a los que ya no estan entre nosotros, de honrar la memoria de nuestros muertos. Es día de visita al cementerio, para limpiar las bóvedas, de enramar con flores las tumbas y que luzcan más bonitas que ningún otro día. La cultura de la muerte en España y en Canarias esta en ese dicho popular de tener donde caerse muerto. Las familias trataban, además de tener una casa, tener una bóveda o tumba que pagaban en vida, para ser enterrados allí.
En la víspera del Día de Finados, era tradicion la representación teatral de Don Juan Tenorio de Zorrilla. También en Canarias eran típicas las parrandas de finados en las que los mayores cantaban las canciones que les gustaban a los difuntos y los niños pedían por las casas los frutos de la estación como castañas, almendras e higos pasados.
Halloween, una tradición celta a nivel mundial. Especial sobre Halloween en Juan Centeno.