Llegó a Canarias en septiembre de 1883 con la misión de explorar a fondo el archipiélago en un tiempo en el que las islas comenzaban a ser parte de los destinos de viaje de la clase alta británica, en los orígenes del turismo. Estuvo varios meses visitando las islas y, fruto de ese intenso trabajo de investigación, publicó un libro qu se convertiría en todo un clásico de la literatura de viajes de finales del siglo XIX, "Tenerife y sus seis satélites".
Fue una mujer pionera que vino a Canarias y dejó un testimonio de su presencia a través de diarios y libros. Junto a su marido Jonh recorre el archipiélago y se perciben prejuicios británicos de como ven España, un país que vive de espaldas al progreso oficial del liberalismo. Critica a la administración política de las islas, donde los alcaldes son puestos honoríficos y no cobran. Le parece grave el abandono que el gobierno central tiene con Canarias, supliéndose con la iniciativa privada foránea inglesa o francesa.
Relata su viaje por Adeje, desde Guía de Isora, tras atravesar siete barrancos donde se encuentra con mujeres que portan bandejas llenas de cochinilla. Al llegar al Barranco de Erques, en lugar de tomar camino hacia Adeje, se desvía hacia el Barranco del Infierno, atravesando el Barranco del Ye. Le llama la atención las acequias que son características del paisaje agreste del sur. Dice que es triste pensar que han llegado a ser necesarios debido a la destrucción voluntaria de los bosques de la montaña. Cita a Glas quién decía en 1764 que varios riachuelos bajaban de cumbre a mar, esas acequias canalizan ese agua.
En la finca de La Concepción sacían su sed con agua y continúan el camino cruzando el Barranco de Ye, muy empinado. Decribe con gran precisión el paisaje, dominado por una brillante luz y ardiente calor. Describe un grupo de casas (Taucho), cerca de las cuales había un estanque donde algunas mujeres arrodilladas lavaban ropas. Bebieron agua y encontraron sonrisas amables de mujeres y hombres. Pasaron el Barranco de La Quinta y siquieron subiendo y disfrutando de las espléndidas panorámicas de Adeje desde lejos, lo describe como una llanura plana mas o menos en apariencia, ya que hay varias grietas que son barrancos. Describe la costa enmarcada en pequeñas bahías y Adeje en medio como un oasis en el desierto. Decía Glas que en su tiempo el Conde de La Gomera tuvo 1000 esclavos negros que cultivaba caña de azúcar. Fue un lugar de cierta importancia, como lo fue en tiempos de los guanches, en que era residencia real. El Barranco del Infierno discurre en dirección noroeste entre Adeje y la cadena de montañas que rodea el viejo cráter del Las Cañadas.
Desde esa panorámica, en la Boca del Paso, se puede disfrutar de la intensa paz que da el pinar.
Desde Adeje siguió camino de Chasna, pero su descripción tiene un gran valor histórico.