Hoy será Celia Marchena Ocaña la que nos traiga un término nuevo a este post. El techo de cemento no es muy conocido por el nombre, pero hace referencia a todas esas barreras que nos auto imponemos las mujeres en el ascenso de la carrera profesional. La conciliación de la vida familiar y laboral, el miedo al fracaso, el perfeccionismo o el miedo al qué dirán, hacen que se abandone una carrera prometedora.
Puede relacionarse con el “síndrome de la impostora”, un fenómeno que afecta mayoritariamente a mujeres cuando tienen éxito o son buenas en algo. Es esa sensación de que lo que han conseguido lo han obtenido por suerte o por cualquier otro motivo, restándose importancia y sintiendo que se lo han arrebatado a alguien que sí que lo merece. La diferencia entre ambos términos es que en el techo de cemento sí se materializa el rechazo al crecimiento laboral, mientras que en el segundo la persona que lo experimenta puede seguir ascendiendo en su carrera, pero mantendrá el estado de incertidumbre e inseguridad.
Este Síndrome de la impostora, o más correctamente fenómeno porque aún no está reconocido como síndrome, fue descubierto por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978. Se dieron cuenta de un patrón preocupante durante sesiones de terapia con mujeres que tenían un evidente éxito profesional. Todas mencionaron sentir que no se habían ganado realmente su puesto, que no podían lograr las cosas que los demás esperaban de ellas o que se sentían menos de cómo otras personas las veían.
Como podemos ver, no ha cambiado mucho de los 70 hasta ahora. De hecho, un estudio reciente de la empresa KPMG arrojó que el 75% de las mujeres, sin importar la industria en la que se desempeñen, han sido afectadas por este síndrome.
Podemos encontrar cinco tipos:
● La perfeccionista: como la misma palabra indica, tiene una gran autoexigencia. Suele exigirse a sí misma metas casi imposibles de alcanzar.
● La experta: siempre va a dudar de sus capacidades en todo momento. Se infravalora y, aunque está muy preparada, siente que nunca sabe lo suficiente.
● La superwoman, tiende a esforzarse más de lo que una persona podría hacer, y si ve que no es capaz, siente que no está cualificada para ello.
● La “yo lo hago todo”, no pide ayuda porque si lo hace, siente que está demostrando debilidad.
● Y por último, la genia, siempre quiere ser la mejor y primera en todo. No tolera el fracaso ni las segundas oportunidades y si falla, se castiga muy duramente.
A las mujeres nos han programado para no valorar nuestros logros y atribuirlos a otros motivos. Dejemos ya la humildad para otra gente, y empecemos a darnos cuenta de que no tenemos que demostrar cuánto hemos trabajado, cuánto sabemos o cómo hemos llegado hasta donde estamos solo por el simple hecho de ser mujeres. Pisemos bien fuerte y reclamemos nuestros espacios. Sin juicios ni prejuicios.