En este post trataremos con Alba González Fernández del término "techo de diamante", un término que no solemos escuchar muy a menudo.
Suele hacer referencia a la desigualdad de género en el ámbito laboral y cómo en la sociedad patriarcal el hombre es considerado un objeto de aprecio al que se respeta por sus logros y la mujer es considerada un objeto de deseo, quedando así subordinada al poder del hombre.
El término fue acuñado por Amelia Valcárcel, filósofa, escritora y catedrática, en su libro “La política de las mujeres” de 1997, donde nos explica que el techo de diamante impide que se valore a las mujeres por criterios estrictamente profesionales y valorándolas menos a la hora de comparar las habilidades profesionales para desempeñar un trabajo de gran nivel.
Además la mujer al estar expuesta a este criterio de valoración desde la niñez merma su autoestima y autopercepción para aspirar a un puesto de mando. Esto también se relaciona con el síndrome de la impostora, el creernos que no somos merecedoras del cargo que ocupamos.