Un 28 de mayo de 1987 se instituía el “Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer”, fecha establecida como un recordatorio para abordar las múltiples causas de enfermedad y muerte que afectan a las mujeres.
Tiene su origen en la reunión de integrantes de la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Sexuales Reproductivos, que tuvo lugar en Costa Rica, donde se acordó celebrar este día con el objetivo de reafirmar el derecho a la salud como derecho humano de las mujeres y para intentar cambiar prácticas peligrosa.
Sindicatos y organizaciones reivindican la integración de una perspectiva de género en la investigación, práctica y gestión de la salud muy especialmente, en estos tiempos marcados por la pandemia de la COVID-19. Este enfoque permite reconocer los diferentes riesgos sanitarios que afrontan las mujeres por el hecho de serlo, debido a las diferencias morfológicas y otras que derivan de los roles que se les asignan en el actual sistema sexo-género: por ejemplo, en el caso de las enfermedades cardiovasculares hoy se sabe que son una importante causa de mortalidad femenina, pero falta investigación, formación sin sesgo androcéntrico y detección en los servicios de urgencias, que a menudo no tienen en cuenta que la sintomatología es diferente en las mujeres, lo que retrasa el diagnóstico entre las ellas.