Benthencourt Alfonso recogió éste y otros mitos de la tradición oral relacionados con la cultura aborigen, esta historia en particular tiene que ver con Adeje.
Cuentan que Guilda era una joven de la nobleza del Tagoror de Archaha (Caldera del Rey), en vísperas de casarse repentinamente murió su prometido. Poco tiempo después, descubrió que estaba embarazada. Horrorizada, puesto que esta circunstancia era severamente penalizada y por ello podrían condenarla a ser arrojada viva al mar, le confió el secreto a un siervo pescador, quien le aconsejó escapar a la isla de La Gomera. Prepararon la balsa de foles o zurrones y cuando todo estaba listo, Guilda zarpó desde la playa de Troya. Indicó a su cómplice que a su llegada a la isla le haría una hoguera en la costa si lograba escapar del mar, pues creían que La Gomera, La Palma y El Hierro estaban deshabitadas desde la catástrofe, porque nunca vieron fuego en ella.
Arribó a la playa de La Guancha y por la fogata que hizo supieron del feliz desembarco. Su llegada conmovió a los habitantes de La Gomera. Fue llevada ante el Rey. Enseñó a los moradores del lugar la técnica de hacer fuego mediante el tratamiento de dos trozos de madera. El príncipe la tomó por esposa y adoptó el hijo que ella traía en el vientre. Un año después, regresaron a Tenerife, dando cuenta al Rey en Adeje y siendo perdonada porque como el mar la había salvado y devuelto, quedaba liberada de la justicia humana.
Desde el punto de vista mitológico, es muy interesante puesto que es la mujer la que da el fuego, la que enseña la luz, la cultura.
Lo más curioso de este mito es que en La Gomera también se recoge la historia de una muchacha que vino de Tenerife en una balsa de foles y que les enseñó a usar el fuego.
