Martina, Julia, Virtudes, Dionisia, Carmen, Ana, Blanca, Adelina, Victoria, Elena, Joaquina, Pilar y Luisa. Que no se nos olviden sus nombres.
Un 5 de agosto de 1939, estas trece jóvenes, modistas de profesión y militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que tras la victoria del general Franco, siguieron militando en sus barrios para reconstruir la resistencia antifascista, fueron sentenciadas a pena de muerte. Su fusilamiento en las tapias del Cementerio del Este de Madrid ha quedado y quedará en la memoria de nuestra historia.
"Después de la quema de mujeres acusadas de brujería, nunca antes se había asesinado y ejecutado a tantas mujeres en España. Solo por ser mujeres, de forma sistemática, y como terrible castigo por haberse atrevido a casarse civilmente, a votar, divorciarse, a trabajar fuera de casa, a organizarse en el sindicato o en los partidos, a acudir a mítines, a manifestarse, en definitiva, a empoderarse y elevarse a la condición de ciudadana, la represión franquista usó su más inhumano terror para que sirvieran de escarmiento a las demás mujeres".
"Que sus nombres no se olviden de la historia, ni que se olvide la libertad que consiguieron en aquellos años de la Segunda República y que, por ello, les costó la vida, pero nunca la dignidad" Manuel Almisas Albendiz.