Es por todas sabido que las mujeres han vivido invisibilizadas para las páginas de la historia. Nuestras vivencias han sido borradas y nuestras voces silenciadas para que ELLOS, griten sus triunfos y sus logros.
Pero si un grupo de mujeres vive aún en un afligido silencio y que no han despertado interés para ser investigadas y estudiadas: Esas son las mujeres gitanas.
La ausencia de sus voces se debe al rechazo y exclusión que han sufrido siempre. Hoy damos a conocer la historia de estas mujeres, que más allá del folklorismo, del flamenco y el cante hondo han logrado hitos que no le son reconocidos.
Hay quien envuelve la aparición del pueblo gitano en un halo de misterio y fantasía, pero lo cierto es que se trata de un pueblo nómada dedicado a la venta ambulante, al espectáculo, la música y a la adivinación.
Pero lo cierto es que no sabemos de su existencia hasta los albores del siglo X. Parece acertado afirmar que su origen está en la India y no en Egipto. Y que debemos llamarlos rom o romaníes (el término gitano probablemente proceda de “egiptano”). Lo que no sabemos es el porqué de su diáspora, pero fue precisamente esta dispersión por diferentes lugares la que nos permitió saber de su existencia.
Las primeras manifestaciones de su existencia en la Península Ibérica están en el siglo XV.
Su dedicación al espectáculo y la hechicería hizo que la Inquisición fijase su mirada en ellas llegando a penar a muchas de estas mujeres entre los siglos XVI y XVIII.
Hasta nuestros días ha llegado el nombre de algunas de estas mujeres castigadas ante la sede inquisitorial:
Así, Sebastiana de Vargas (Sevilla, 1605), Isabel o María Montoya (Toledo, 1671); Beatriz Fernández (Valencia, 1733), fueron azotadas.
O María de la Casta (Valencia, 1620), María de Heredia (Sevilla, 1637), María de Flores (Córdoba, 1656), María Quiñones (Granada, 1662); Luisa de Torres (Granada, 1696), fueron desterradas.
Aunque a día de hoy estos prejuicios ante las mujeres gitanas deberían estar superados, lo cierto es que continúan sufriendo una triple discriminación: Por ser mujer, por su pertenencia a una etnia y por escasa infravaloración como consecuencia de la estructura social a la que pertenece, es estereotipada y la coloca en riesgo de exclusión o en riesgo de sufrirla.
La mujer gitana es para el pueblo gitano un pilar, la honra de la familia, transmisora de los valores, la cultura y la memoria. Por otro lado, es la precursora, abierta a los cambios y a la modernidad.
En la actualidad las mujeres gitanas reman entre las tradiciones propiamente gitanas y las necesidades de una realidad contemporánea, intentando conciliar ambas posturas.
Probablemente los tiempos convulsos que vivimos, en los que los cambios en la sociedad y en la forma de vivir van modificándose a una velocidad exponencial, sea el momento idóneo para que las matriarcas gitanas den un paso hacia adelante y puedan alcanzar sus logros, más allá de los roles de género que les han sido asignados tradicionalmente, y sin que para ello deban tener que pagar un precio demasiado alto y consigan así decidir y elegir por sí mismas.
Para ello es también necesario que el resto de la ciudadanía elimine de su imaginario la representación de la mujer gitana como alguien que vive subyugada por la familia, con una higiene precaria, sin alfabetizar y casadas a edad muy temprana para dedicarse al cuidado de la familia y a la crianza de numerosos hijos e hijas, y cuya labor fuera del hogar se limita únicamente a la venta en los mercados ambulantes.
Ya que dentro de la comunidad gitana se valora a las mujeres como personas avispadas, diligentes y capaces de sacar adelante a su familia. La mujer gitana ha salido desde siempre a “ganarse el pan”, aunque estos trabajos se hayan caracterizado por la precariedad.
Si a lo largo de la historia, muchas de las mujeres gitanas se han dedicado a la familia, sin importar su formación, hoy son muchas las mujeres que logran alcanzar metas académicas que habrían sido impensables. Y se evidencia una pérdida del miedo de éstas a la libertad, especialmente aquellas mujeres jóvenes, que han entendido que pertenecer a la etnia gitana requiere ser una mujer de nuestro tiempo, sin que para ello deban renunciar a su identidad social.
Gran parte del empuje que han sentido las mujeres gitanas para lanzarse a capitanear cambios y a abanderar un movimiento feminista ha sido dado por el asociacionismo de estas.
La primara Asociación de mujeres gitanas se crea en Granada, en 1990, bajo el nombre “Romí” y nace con el propósito de mejorar la situación de las mujeres gitanas y que éstas tengan un mayor protagonismo tanto en la esfera privada como en la pública. Sin duda eran unos objetivos ambiciosos para un pueblo tradicionalmente centrado en la vida familiar.
Poco a poco se fue consolidando el asociacionismo y dio lugar a nuevas agrupaciones: Romi Serseni de Madrid, Sinando Kali de Jaén, Romi de Valencia, Alboreá en Madrid…
Gracias al tesón de muchas de estas mujeres, hoy podemos encontrar en el panorama educativo, cultural y político a mujeres gitanas que además de desempeñar sus labores profesionales con pulcritud y profesionalidad, se han convertido en referentes para las niñas que seguirán su ejemplo en un futuro. Logrando que el pueblo gitano, y en especial sus mujeres, alcancen logros hasta ahora impensables.
Entre estas mujeres cabe destacar:
Beatriz Carrillo de los Reyes: Esta cordobesa titulada en Trabajo Social y en Antropología, ocupa a día de hoy el puesto de directora general para la Igualdad de Trato y No Discriminación y contra el Racismo perteneciente al Ministerio de Igualdad.
Ana Giménez Adelantado: Licenciada en Antropología y profesora universitaria que reflexiona sobre su niñez Recuerdo que de pequeña me gustaban mucho las humanidades. “Me pasaba la vida leyendo y siempre he tenido ganas de aprender”, y sin duda alcanzó sus sueños y hoy inspira a muchas niñas que ven en ella un ejemplo a seguir.
Pastora Vega Aparicio: Actriz española, nieta y biznieta de bailaores flamencos. Recibió formación en Derecho, aunque finalmente decantó su vida profesional haca la interpretación.
Lola Cabrillana: Escritora malagueña que desde pequeña escribió cuentos. Tras varias novelas autoeditadas, le ha sido otorgado el Premio a la Divulgación de la Cultura e Historia del Pueblo Gitano en la XII Gala Premios Gitanos Andaluces.
Hoy, su obra “La maestra gitana” es una de las obras más vendidas por el empoderamiento que ella hace de la mujer romaní.
Rosi Rodríguez: Actriz protagonista, junto a Zaira Romero, de la película Carmen y Lola, en la que se da visibilidad al amor lésbico que surge entre dos mujeres jóvenes de etnia gitana.
Estas son algunas de ellas. Pero si echásemos la vista atrás, en la Historia muchas han sido las mujeres romaníes que han sido ejemplares para otras mujeres. Lo cierto es que están poco estudiadas y sus vidas y logros no han sido puestos en valor: La niña de los peines, Ceija Sojka, Carmen Amaya, Sofía Kovalévskaya…. Son mujeres ejemplares (e invisibilizadas).
Ana Moruno Rodríguez
Historiadora del Arte