Astrofísica.
Pilar Montañés-Rodríguez, doctora en Astrofísica, investigadora y docente, nace en la isla de Tenerife. Cuando tenía 12 años asiste a una visita escolar al Observatorio Astronómico del Teide que recuerda con cariño y califica de «estupenda». Es allí donde toma consciencia de la complejidad de investigar unos objetos lejanos, no manejables y de los que, debido a la enorme distancia a la que se hallan, sólo vemos su pasado: las estrellas. Se hace consciente de su complejidad pero, también, de su belleza.
A partir de ese momento y observando el cielo nocturno del sur de la isla («¡hace 20 años era espectacular!», se entusiasma en una entrevista concedida a Dácil Jiménez en elDiario.es, en 2017), su curiosidad va en aumento y empieza a hacerse las grandes preguntas que desde siempre han intrigado a la Humanidad: ¿qué tamaño tiene el universo?, ¿estamos solos en medio de este espacio vacío? «La curiosidad extrema por entender el mundo que nos rodea es una de las características más significativas de las mujeres científicas», afirma en su perfil en el blog Mujer Tech. Curiosidad y «energía para dar el paso», estar dispuesta a hacer su propio camino, un camino que sabía que no encontraría trazado, han sido las claves que la han llevado a avanzar en su carrera.
De niña le gustaban las matemáticas, el dibujo, la mecánica y la fotografía. Con el tiempo, estas aficiones se transformaron en pasión por la física, la filosofía, la biología o las bellas artes. Será la primera por la que definitivamente se incline. Esta decisión se vio impulsada por influencias como las de sus profesores y profesoras del colegio (recuerda en especial a Teresa), y afirmada por su admiración hacia mujeres de ciencia a las que descubrirá ya en la universidad: las Curie; Marie, la más conocida por el gran público, pero también Irène o Hélène Langevin-Joliot, nieta de la primera. O las llamadas “mujeres calculadoras” de Harvard de finales del siglo XIX, despectivamente denominadas por la comunidad científica de su tiempo el “Harén de Pickering” (por el astrónomo que creó el grupo y apostó por ellas cuando en Harvard no se contrataba a féminas). Pilar se niega a utilizar esta denominación para referirse a unas auténticas pioneras, contadoras de estrellas, modelos olvidados de mujeres en la ciencia como Williamina Fleming, Annie Jump Cannon o Cecilia Helena Payne, entre otras.
Una vez se licencia en Ciencias Físicas, especialidad en astrofísica, en la Universidad de La Laguna, Pilar Montañés-Rodríguez realiza su tesis doctoral “Estudio teórico de pulsaciones radiales en estrellas ricas en helio” a partir de sus investigaciones en el Observatorio de Armagh, en Irlanda del Norte. En unas declaraciones que revelan su entusiasmo por su trabajo, Pilar comenta que estas estrellas son «particularmente interesantes, porque su fotosfera es más transparente que la de las estrellas de hidrógeno y esto nos permite ver más adentro de su envoltura» (del blog Mujer Tech).
De allí se traslada al Observatorio Solar Big Bear, en California, donde colabora con el proyecto Earthshine, consistente en observar el brillo tenue del lado oscuro lunar, procedente de la Tierra, que contiene gran cantidad de información útil en estudios de cambio climático. También como referencia del único planeta habitado que conocemos, lo que puede ayudar a identificar otros que igualmente lo estén.
En 2008 ingresa en el equipo de detección y caracterización de exoplanetas en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Ha sido coordinadora científica del proyecto MUSCAT2 (colaboración del IAC con la Universidad de Tokio), astrónoma de soporte en los observatorios del Roque de los Muchachos y del Teide e investigadora postdoctoral Severo Ochoa. Obtuvo el premio Fullard del Observatorio de Dudley, en Nueva York.
Pilar se ha expresado a propósito de las dificultades que implica la vida investigadora: estancias en distintas instituciones, cooperación que a veces se torna competitividad, largos periodos de espera antes de ver el fruto del trabajo traducido en publicaciones en revistas científicas de prestigio… Un proceso que absorbe gran cantidad de energía personal y que, en el caso de las mujeres científicas, Pilar no lo niega, se ve aún más dificultado. Evidencia de esta desigualdad es, según su experiencia, el no haber sido tratada siempre como sus compañeros varones, ni durante los estudios ni en el desempeño profesional: en las carreras científicas se da por hecho que las alumnas no van a entender igual las cosas y los profesores se dirigen a los alumnos. En los ámbitos de trabajo, se presupone que las mujeres no están allí porque son investigadoras, sino otras cosas.
También denuncia las escasas medidas que se toman en estos espacios laborales para facilitar la conciliación, aunque para ella exista una obvia correlación entre la excelencia investigadora de un centro y la importancia que este concede a las políticas de igualdad de género.
Las mujeres en ciencia son, revela Pilar, como las demás: madres que llevan a sus hijos e hijas a la escuela, personas que hacen cola en el supermercado o que se toman una caña sentadas en la mesa de al lado. Pero a menudo son vistas como “bichos raros” debido a la escasez de referentes. Es por ello que, como parte de su trabajo en la facultad de Bellas Artes, en la que se matricula hace algunos años, decide crear el proyecto No-nancies. Se trata de una aproximación a la desigualdad de género en el mundo científico y tecnológico a través de la fotografía documental, más próxima al ámbito en el que ella se desenvuelve. En él, Pilar rinde homenaje a mujeres de ciencia reales en sus lugares de trabajo al tiempo que invita a reflexionar sobre su capacidad para convertirse en modelos a seguir por las niñas. De ahí que las retrate siendo observadas por estas mientras desarrollan su labor, en el instante en que logran que se fijen en ellas y dejen de prestar atención a sus juguetes.
Las muñecas maniquís como las nancys (por eso el título del proyecto) nunca representan profesiones científicas, sino las que tienen que ver con el cuidado o la belleza. En inglés urbano, nancy es un calificativo que se aplica a la mujer deseable, sexual. De ahí que Pilar denuncie el «no lugar» en el que se hallan las mujeres científicas, proyecciones de sí mismas durante la infancia que quieren ser, también, referentes aspiracionales para las niñas y las adolescentes que las conozcan. El proyecto, que fue expuesto en 2017 en La Laguna con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, no es un mero registro de imágenes: Pilar Montañés lo crea con el objetivo de que «genere un movimiento, por leve que sea».
En la actualidad, Pilar Montañés-Rodríguez continúa dedicándose principalmente a la observación astronómica de planetas extrasolares, es decir, que están fuera de nuestro sistema solar, labor que combina ocasionalmente con la enseñanza. Ha sido investigadora en el campo de la innovación tecnológica en relación con la instrumentación astrofísica. En el terreno de la docencia, se muestra sorprendida de la escasa presencia de alumnas en las aulas de informática, por ejemplo, pese a las numerosas salidas profesionales que esta ofrece en la actualidad. «Las niñas, las adolescentes, tienen que ver que ramas como las matemáticas, la programación, la informática, la ingeniería, la física… también son para ellas».
*Texto: Elisa Falcón Lisón, Licenciada en Historia del Arte y Guía Oficial del Gobierno de Canarias.