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Carla Antonelli

Política , actriz y activista por los derechos LGTBI. 

Carla Delgado Gómez, Carla Antonelli, nace en Güímar, Tenerife, el 13 de julio de 1959. Actriz de vocación, estudia en el Conservatorio de Música y Arte Dramático de Santa Cruz, en su isla natal. En 1977 abandona su pueblo imposibilitada para desarrollar, en el entorno rural de la España posfranquista, su identidad de género, pues Carla es una mujer transexual: «A los 15 años aquello se me quedaba pequeño. No sabía qué era, si era gay o qué», recuerda en una entrevista concedida a El País con motivo del rodaje del documental El viaje de Carla (2014), del periodista, cineasta y escritor Fernando Olmeda. La película, que repasa su periplo en busca de la libertad, del sexo que siente, la hizo regresar a un lugar al que solo había vuelto de manera prácticamente clandestina desde que se marchara con 17 años. «En 1977, cuando comencé a andar por la vida como la persona que actualmente soy, todavía se nos metía en la cárcel por nuestra condición; la Ley de Peligrosidad Social permitía que las personas pasaran en la cárcel entre 6 meses y 6 años», ha contado en una entrevista concedida a Europa Press. Carla se marcha, primero, con «300 pesetas en el bolsillo a una esquina del parque de Santa Catalina en Las Palmas» (Luz Sánchez-Mellado, El País), a vivir la vida que supuestamente le estaba reservada por ser una mujer trans. Pasó miedo y hambre. Sufrió persecución policial, palizas, rechazo social. «Nunca pensé que superaría los 45 [...] Demasiados amigos y amigas han muerto literalmente en la calle por el sida, los suicidios, el abandono, el desarraigo. Soy una superviviente.» (de la misma entrevista a El País). 

Más tarde se va a Madrid. Es el año 1979 y, aunque la ley ya no criminaliza a las personas trans, la sociedad lo sigue haciendo y no reconoce su identidad sentida. Allí Carla se dedica al mundo del espectáculo, pero no logra papeles en el teatro, su gran pasión, pues los directores de la época no apuestan por actrices o actores trans.

El mismo año en el que se celebran las primeras elecciones democráticas en España, Carla comienza su activismo político por los derechos de las personas trans pidiendo el voto para el partido en el que empezará a militar oficialmente 20 años más tarde. En un periódico de Las Palmas se referían a ella como “un travesti politizado simpatizante del PSOE”. Tras su marcha a la Península, Carla se va haciendo conocida gracias a sus apariciones en revistas de la Transición (sus amigues del pueblo le enviaban ocultas las Interviú o Lib en las que aparecía, en una época en la que, como ella misma explica, el desnudo era sinónimo de libertad); también en algunas películas y programas de televisión, donde no solo es entrevistada sino que participa como tertuliana. Uno de los hitos de estos años es el rodaje del primer documental dedicado a la transexualidad, en el que Carla participa, que fue censurado y emitido un año después (1981) en la entonces TVE-2. Se trata de El enigma de una belleza, de Raúl del Pozo, en el que Carla llamaba “memos” a los jueces que impedían a una persona trans cambiar sus datos en el carné de identidad después de haberse sometido a una cirugía de reasignación de sexo.

En 1997 se convierte en Coordinadora del Área Transexual del Grupo Federal GLTB del partido, cargo que abandonó 10 años después por motivos profesionales. Su afiliación al PSOE es el paso decisivo para transformarse en referente del colectivo en España: Carla participa en la elaboración de la propuesta, incluida en el programa electoral del partido para las elecciones de 2004, para legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, así como para crear una Ley de Identidad de Género para las personas transexuales. El primer objetivo se logra tras la victoria del PSOE en las citadas elecciones; pero la “Ley Trans” se demora, lo que lleva a esta mujer, a la fuerza combativa y resiliente, a la huelga de hambre junto con otras y otros activistas con tal de conseguir su tramitación. Y es que Carla, que se considera «socialista, de izquierdas y zapaterista», ha llegado a enfrentarse a su propio partido cuando sus convicciones y su lucha así se lo han exigido. Por encargo de la política Mercedes Gallizo Llamas, pionera del feminismo aragonés, Carla trabaja en la norma que posibilita el ingreso de mujeres trans en los módulos femeninos aunque no se hayan sometido a cirugía.

Cuando la peleada Ley de Identidad de Género es por fin aprobada en 2007, Carla es la primera persona transexual de la Comunidad de Madrid que solicita el cambio de nombre y género en el Registro Civil. Confesó entonces sentirse honrada de inaugurar el libro con su nombre en la ciudad que la había acogido 25 años atrás. Para ella este era el paso realmente importante: «Nunca cuento si me he hecho la operación porque se trata de que todo el mundo pueda acudir a la sanidad pública a hacerse su reasignación de sexo o de que pueda cambiar el DNI aunque no se haya operado, porque los derechos de una persona no pueden pasar por una mesa de operaciones. [...] Las personas somos lo que decimos que somos, y nadie va por la calle levantándose las faldas ni bajándose los pantalones.» (Isabel Ibáñez, El Diario Vasco).

En 2011 se presenta por su partido a la Asamblea de Madrid y resulta elegida diputada, siendo la primera mujer trans que accede a un cargo de representación parlamentaria en España. En 2016 se convierte en ponente en la citada asamblea de la Ley Integral de Transexualidad de la Comunidad de Madrid, que resulta aprobada el 17 de marzo. En un emotivo discurso en el que recordó a su desaparecido compañero, el activista y político Pedro Zerolo, Carla reconocía que se había «dado un paso hacia delante [...] para que te dejen de señalar desde el estigma» (Esther Sánchez, El País). La ley incluye medidas contra el acoso escolar o un documento de identificación personal transitoria que permite, por ejemplo, a los niños y niñas trans documentarse conforme a su sexo sentido.

Carla Antonelli ha sido conferenciante en universidades y centros educativos, ha participado en congresos y en encuentros internacionales invitada por colectivos transexuales de Venezuela, Chile, México, Cuba, Colombia o Argentina. Ha sido portavoz de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales de España y portavoz para los medios de comunicación del Colectivo Transexualia de Madrid, tras las violentas agresiones sufridas por personas trans en esa ciudad por parte de grupos neonazis.

A pesar de su intensa carrera como política y activista Carla nunca ha abandonado el  mundo de la interpretación y ha aparecido, desde los años 80 cuando debuta en Hijos de papá de Rafael Gil, en múltiples películas, documentales y series de televisión. Sus hitos interpretativos son: su papel fijo (primero obtenido por una mujer trans) en la serie de Antena 3 El síndrome de Ulises, estrenada en 2007 y que se emitió durante tres temporadas. Carla interpreta a Gloria, un personaje al que se da, en sus propias palabras (El Mundo, entrevista concedida a María Ruisánchez Ardines), un «tratamiento correctísimo que rompe todos los estereotipos» pues se trata de una «mujer transexual con una vida normalizada».  Su papel de Corifea en la Lisístrata de Aristófanes, espectáculo que cosechó un éxito inédito de público en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida de 2010 y con el que Antonelli se convierte en la primera mujer transexual en interpretar un personaje en el prestigioso escenario emeritense. Y su aparición en el ya citado documental El viaje de Carla (2014), de Fernando Olmeda, donde se reencuentra con su pueblo natal 32 años después de su marcha. Entre otros muchos galardones, este trabajo se alzó con los dos más importantes (Mejor Documental y Mejor Obra Española) en el LesGaiCineMad (Festival Internacional de Cine Lésbico, Gai y Transexual de Madrid), en 2014. El film es para Carla «un exorcismo de mis demonios», una vuelta al mundo de su niñez y su adolescencia «a la luz del día y con todos los honores» (Emilio de Benito, El País) puesto que «a mí me dejaron de hablar dos hermanos hasta el día de hoy. No me avisaron ni para el entierro de mi padre, pusieron mi nombre en la esquela como hijo ausente, y mi madre no me llamó Carla a solas hasta los 93 años, postrada en la cama.» (declaraciones a El País en 2019). 

Carla Antonelli ha recibido infinidad de premios a lo largo de su carrera política y activista, una lucha que no ha terminado pues todavía hoy se tropieza con los insultos y el odio. A la luz de confesiones como las anteriores, quizás sean los reconocimientos concedidos en su tierra natal los que más la hayan conmovido (el Premio Cardón, que el Ayuntamiento de Güímar otorga a vecinos y vecinas destacados, en 2009; ser pregonera de las fiestas patronales de su pueblo en 2010 o que se le haya dedicado una calle en Güímar en 2020). Este cambio de mentalidad, del lugar que la obligó a marcharse en medio de la incomprensión y el acoso al que la distingue con tales merecimientos, se amplifica en el cambio general operado en la sociedad gracias a figuras como la suya. Así se refleja en una conversación mantenida con una amiga canaria que reprodujo en la citada entrevista al diario El País. Carla expresó: «Cómo ha cambiado el cuento, mi niña: aquellos que nos llamaban maricones, hoy me llaman señoría».

*Texto: Elisa Falcón Lisón, Licenciada en Historia del Arte y Guía Oficial del Gobierno de Canarias.


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