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El agua en Adeje, fuente de un recurso natural

Acabada la conquista del archipiélago, el castellano o español se convirtió en idioma oficial de la recién creada colonia. En el campo lingüístico, pese a la continua creación y adaptación de nombres al idioma castellano, los colonos canarios integraron en la tradición topográfica unidades procedentes de la lengua aborigen o guanche.

Desde el punto de vista ortográfico, Adeje aparece representado en distintas fuentes escritas con variantes diversas, entre las que sobresalen Adeje, Adexe, Adexe y Adege. La profesora María del Carmen del Arco Aguilar ha relacionado el origen de este topónimo prehispánico con la voz tuareg edeg/ideggen/edege, con el significado de ‘lugar’. Por su parte, el geógrafo Leoncio Afonso Pérez sostiene que Adeje tiene representación en tres islas canarias y que, atendiendo al hecho geográfico, probablemente está relacionado con la existencia de agua o de bebedero.Adeje fue siempre un lugar privilegiado, siendo la zona con mayor número de nacientes de todo el sur de la isla, figurando trece en informaciones cercanas a la conquista. De estos
dos están en lo alto del barranco de Erques, tres en el Aserradero, uno en la cabecera del barranco del Agua, uno al pie del Roque de los Brezos, otro situado junto al Roque de Imoque y, por último, dos en el barranco del Infierno; lugar que acogió diversos asentamientos del menceyato adejero, dada la presencia de recursos básicos para su supervivencia: agua, pastos y cuevas.

El macizo donde se ubica el Barranco del Infierno constituye, junto con Anaga y Teno, uno de los afloramientos de materiales más antiguos de la Isla. La erosión ha excavado en Tenerife una red de profundos barrancos y, de ellos, el del Infierno es el más espectacular por su cauce profundamente encajonado, con saltos de más de 150 metros de altura, y su importante curso de agua. Dentro de los límites de la reserva se encuentran dos bienes de interés cultural con la categoría de zona arqueológica: la Zona Arqueológica de Morro Grueso y Roque del Conde. La Reserva Natural Especial del Barranco del Infierno constituye un ámbito que destaca principalmente por la estructura geomorfológica de la red hidrológica, caracterizada principalmente por sus hábitats acuícola (ambientes acuáticos) y rupícola (ambientes rocosos con ausencia de suelo), su fauna y flora asociada, convirtiéndolo en un magnífico escenario natural para el disfrute silencioso y respetuoso del «invitado visitante».

Tras la conquista, ante la necesidad de que parte de la zona Sur de Tenerife se poblase, Alonso Fernández de Lugo repartió en su totalidad nacientes de agua, con la tierra que permitiese regar a «personas poderosas».

En 1549 Pedro de Ponte adquiriría el Río de Adeje o Barranco del Infierno a través de compra a los herederos del licenciado Vargas —familia dedicada a la viticultura que recibió datas en el sur de Tenerife— por valor de 500 doblas, el Río de Adeje: «El Río grande de Adexe con todas las tierras, tributos y demás que le pertenecían al dicho don Fadrique de Vargas». Nos consta que, en 1535 Tomás de Mora, representante de los Vargas —poseedores del Río de Adeje antes de pasar a manos de los Ponte—, gestionó acuerdos relativos a su explotación y arrendamiento. Siendo la cesión del agua gratuita, siempre y cuando los tributarios cumpliesen con una serie de requisitos; en primer lugar, debían evitar su pérdida, para lo cual tenían que plantar sauces en el cauce. Especificando el contrato su finalidad, pues el agua debía venir «guardada del sol y a buen recaudo».

Pedro de Ponte comenzó la construcción de un ingenio destinado al cultivo de caña de azúcar, localizado en la Casa Fuerte de Adeje, que hizo necesaria la puesta en marcha de diferentes infraestructuras para aprovechar el agua que corría por su cauce. Una vez desviado en el lugar denominado la Cogedera o Tomadera —a partir de donde las aguas están canalizadas— el agua era empleada para abastecer a la población, regar los cañaverales y como fuerza motriz tanto del ingenio como de un molino hidráulico harinero y de gofio —el Molino de Abajo y, tiempo más tarde, el Molino de Arriba—. Así como para abastecer de agua los dornajos y el abrevadero de la Casa, para los animales que por allí pasaban.

El agua procedente del barranco transcurría por una acequia labrada en el suelo, que atravesaba el pueblo de norte a sur por el lado del naciente de su calle principal. De ella se surtían los vecinos—para atender a las necesidades del consumo doméstico— y la Casa: «Una Azequiaq.e cruza la distancia del Patio pr donde es preciso pasar el Agua continuamen.te fabricada de canteria, y cal, y enlosada p.r encima apreciose - 2700». Así, el Directorio de la Casa Fuerte (1654-1656), donde se regulan las normas de la hacienda, apunta:

«Agua su cuidado: Esta mantiene la hacienda y Casa de Adeje, y así en la primera cosa que se debe mirar, haciendo se aproveche y que no se desperdicie ninguna […]».

Dentro del contexto histórico ha de recordarse que Canarias siempre fue lugar de parada y visita.

Una mujer, la escritora irlandesa Olivia Stone llegó a Canarias en 1883, acompañada por su marido, con el objetivo de examinar el Archipiélago en un tiempo en el que Canarias empezaba a ser parte de los destinos de viaje de la clase alta británica y describe así su experiencia en el lugar de Adeje:

«Disfrutamos de esplendidas panorámicas que culminaron en un punto lateral oeste del barranco del Infierno, desde el cual se divisaba Adeje […]

Pequeñas bahías, enmarcadas por una espuma blanca que a su vez rodea el mar, azul y profundo, forman una línea de costa al otro lado de Adeje, que está situada en el centro de la llanura y sus verdes cosechas en derredor, como un oasis en el desierto […]».

Las aguas del Barranco del Infierno fueron propiedad de los marqueses desde 1549 hasta 1932, en que pasaron a ser gestionadas por la Heredad de Aguas de Adeje, constituida como sindicato de regantes en ese mismo año y cuyos estatutos fueron elaborados para el mejor uso, disfrute y aprovechamiento de este bien, pues las aguas que brotaban en la propiedad de la Casa Fuerte eran aprovechadas por los vecinos de Adeje desde tiempo inmemorial. Pasaron a ser propiedad de la Heredad el canal de Pedro de Ponte que transcurre por el barranco del Infierno y el estanque regulador situado en el Agua Pie de Adeje.

No sería hasta 1938 cuando se llevó a cabo la conducción del agua potable desde la calle de los Molinos, donde ya se encontraba la fuente de Los Tres Chorros (1890), hasta la Plaza de la Cruz del Llano, tal y como consta en el siguiente acuerdo municipal por el que se manda: «colocar cuatro fuentes públicas en distintos sitios de esta localidad para el abastecimiento de aguas al vecindario[…], esta Alcaldía tiene previstas entre otras cosas, que el abasto se haga durante unas cuantas horas por la mañana y otras por la tarde; que no se podrán hacer acoples para casas particulares; y que en dichas fuentes no pueden hacer fregado de recipientes ni tirar en modo alguna cantidad de agua, siendo las llaves que se colocan de las de presión». De las cuatro fuentes hoy se conserva la de la calle Nueva.

Y aunque a mediados del siglo XIX las aguas que fluían desde el Barranco del Infierno eran suficientes para proveer las necesidades del pueblo, a finales de esa misma centuria, como consecuencia de la implantación de los cultivos del tomate y del plátano, se produjo una mayor demanda de los recursos hídricos. Tal exceso de consumo se resolvió mediante la instauración de una nueva forma de explotación hidráulica en la zona: las galerías. Las tres primeras que se excavaron fueron las de Fañabé, Macayonce y Las Torres.

Esto acabó por repercutir en los nacientes, ya que esta sobreexplotación no permitía que el acuífero se recargara de forma óptima —el agua producida por estos aprovechamientos se destinaba exclusivamente al riego agrícola—.

Hoy el barranco está atravesado por dos grandes canales también ligados al desarrollo agrícola, el Canal Sur y el Canal Intermedio, que, realizados a mediados del siglo XX, conectan las vertientes occidental y oriental de la isla permitiendo trasladar el excedente de agua desde lugares alejados, como el Valle de Güímar, Arico y Fasnia. Al margen de estas infraestructuras hidráulicas, existen en la Reserva otras menores como el Canal de Reimel o la conducción de agua que parte de la galería de Las Torres.

En Adeje, el agua, fuente de un recurso natural, ha sido siempre fuente de vida.

El canal, La Ciega Larga, que se construyó alrededor de 1550, se encargaría de tomar y conducir el agua del barranco al Heredamiento y Mayorazgo de Adeje. Al conservar, todavía hoy, gran parte de su primitiva estructura, lo convierte en uno de los elementos más valiosos de la cultura y arquitectura del agua del patrimonio hidráulico de Adeje.

 

* Todas las referencias históricas de las citas se encuentran en el Blog de Patrimonio Histórico.

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