Nadadora paralímpica
Michelle Alonso Morales nace en Santa Cruz de Tenerife el 29 de marzo de 1994. Con una discapacidad intelectual reconocida del 37%, un retraso madurativo muy leve pero que la hizo empezar a hablar con 5 o 6 años, Michelle sufrió de niña las burlas y el aislamiento. Tampoco le iba bien en los estudios. «Cuando era pequeña me costaba mucho hablar con otras niñas, me daba miedo que no me aceptasen como soy. Me costaba mucho expresarme y a veces prefería callarme para no caer mal. Los estudios se me daban fatal, en los exámenes suspendía siempre. Tenía que estudiarlos sólo un día antes porque si lo hacía con antelación se me olvidaba. El único en el que saqué un 10 fue en plástica y mi madre lo tiene enmarcado», contaba en una entrevista a Marca.
Comenzó a nadar a los 7 años por recomendación facultativa. La propia deportista relata cómo fueron sus inicios en el diario 20 minutos: «Empecé a nadar porque tenía problemas de espalda, me dolía mucho cuando llevaba los libros del colegio y el médico me lo recomendó. Primero me apunté a un club convencional porque no sabía nada de mi discapacidad, pero no me sentía aceptada, estaba muy apartada y quería irme. Mis padres querían que siguiera, pero al final me cambié a otro club cuando tenía 15 años». El club al que Michelle se refiere es Ademi Tenerife, especializado en deporte adaptado y en el que conoció al que ha sido su entrenador desde 2009, José Luis Guadalupe (Guada), hoy en el C.D. Midayu Tenerife. «Es como un padre para mí. Sabemos cómo se siente cada uno, nos contamos todo... Me conoce a la perfección. Parecemos familia. Sin él, no sería nada ni estaría aquí. Empecé con él, vio que tenía un gran futuro» (en deporpress.com). Es en ese momento cuando comienza su verdadera evolución. Guada supo ver su potencial desde el principio y le auguró un brillante porvenir en la natación, incluso como deportista paralímpica. No se equivocaba.
Con el mismo exigente plan de entrenamiento de 5 o 6 horas diarias (gimnasio, dieta, controles anti dopaje) que cualquier deportista profesional, Michelle se convirtió en campeona del mundo en la 3ª edición de los INAS Global Games (Campeonato del Mundo para deportistas con discapacidad intelectual) sólo 2 años después de haberse encontrado con Guada. Fue en Liguria, Italia, en 2011. Ese mismo año, en julio, se había proclamado campeona de Europa en el ranking IPC (Comité Paralímpico Internacional) en Berlín, en 100 metros braza. A partir de entonces su palmarés no ha parado de engordar. Ha sido campeona del mundo de natación IPC en Montreal, Canadá, en 2013; campeona de Europa IPC en Eindhoven, Holanda, en 2014; campeona de Europa IPC en Funchal, Portugal, en 2016; campeona del mundo IPC en Ciudad de México, en 2017; obtuvo 4 oros y 2 platas en los European Games INAS en París, en 2018, y 3 oros en los INAS Global Games de Brisbane, Australia, en 2019…
En 2018 Michelle consigue un nuevo éxito que la llena de orgullo e ilusión: se convierte en la primera nadadora con discapacidad intelectual en participar en una categoría absoluta, el Open de Primavera de Málaga, donde compitió con algunas de sus referentes en la natación, como Jessica Vall o Mireia Belmonte, en 50 metros braza, y logró clasificarse para la semifinal. Se trata de una verdadera hazaña, la ruptura de una barrera que demuestra que, a pesar de su discapacidad, que le impone ciertos retos y dificultades con los que otras deportistas no se enfrentan, Michelle es capaz de conseguir aquello para lo que trabaja. Su entrenador explica en qué consisten algunas de las trabas que Michelle tiene que enfrentar: «Un nadador convencional domina todas las habilidades psicológicas: concentración, motivación, visualización de la carrera, control de ritmos, cuenta las brazadas, estudia a los rivales… todo eso es muy difícil de controlar para un nadador con discapacidad intelectual. A Michelle, por ejemplo, no le puedo decir que cuente las brazadas porque entonces no mantiene el ritmo». Su logro fue calificado de histórico por la prensa deportiva.
Pero, sin duda, los triunfos deportivos que Michelle ha saboreado con más satisfacción son sus oros paralímpicos: el primero lo gana en Londres en 2012, donde además bate el récord del mundo en 100 metros braza; el segundo es el de Río 2016. Ella misma expresaba lo especiales que fueron estas victorias, pese a que atesora una magnífica cantidad de otros premios y récords en su haber: «Las medallas de oro de Londres 2012 y Río 2016 las tengo en un cajón guardadas, bien escondiditas en mi habitación. De otros campeonatos tengo un montón, una maleta llena que no veas cómo pesa» (en 20 minutos).
El último gran reto de Michelle fue clasificarse para las paralimpiadas de Tokio 2020, aplazadas por la pandemia de COVID 19 y que se celebraron este año 2021. Lo hizo en 2019, cuando logró la plata (única medalla para la delegación española) en el Mundial de Natación Paralímpica de Londres en la que es su gran especialidad: los 100 metros braza. Lo consiguió en un momento especialmente complicado para ella porque había sufrido una tendinitis que le impedía entrenar con normalidad y una alergia al cloro que le provocaba mucha tos. La diferencia con la ganadora de la prueba fue tan solo de 29 centésimas. Lejos de desanimarse, Michelle celebró orgullosa una plata que sabía a oro, pues la encaminaba a otros juegos paralímpicos, y destacó la motivación que para ella supone tener a competidoras fuertes a su lado. A finales del año pasado Michelle refrendó en Tenerife su pasaje directo a las paralimpiadas de 2021, tras ratificar su marca de 2019.
Y en Tokio, una vez más, Michelle demostró que no tiene rival en su especialidad. No sólo logró un nuevo oro (y van tres), sino que lo hizo, de nuevo, batiendo el récord del mundo. Además lo consiguió en Japón, lugar del que se confiesa una gran amante, así como una friki del anime y el manga: «Es un país bastante futurista. Luego, la comida es buenísima. Pero sobre todo, esa cultura del respeto que profesan. He ido tres veces. Y siempre regreso con esas buenas vibraciones, energías reforzadas y con una gran paz interior. Son detalles. Aquí, por ejemplo, oyes un coche pitando; pero allí es prácticamente imposible. Es todo tranquilo» (en deporpress.com). La cadena televisiva japonesa WOWOW grabó un documental sobre ella para el programa Who I Am, donde se muestran historias de mujeres y hombres deportistas paralímpicos de cara a la celebración de las futuras pruebas.
La «Sirenita de Tenerife», como se la conoce desde que se abrió un perfil en Twitter como «la Sirenita Michelle», se confiesa admiradora de esta película de Disney porque experimenta la misma libertad que su protagonista cuando está dentro del agua. Mujer siempre sonriente y positiva, cuyo lema de vida es «entrenar, dormir, comer, bailar», es exigente cuando se trata de competir y solo piensa, en esos momentos, en la perfección. Michelle no sabe qué estaría haciendo hoy si no hubiera superado su inicial rechazo por la natación y se hubiera enganchado a la adrenalina de la competición. El deporte le ha permitido abrirse y superar sus barreras de comunicación. En las entrevistas es locuaz, y se le nota tranquila y segura de sí misma. Pese a que se sabe obligada a mantenerse entre las mejores (de su trabajo depende obtener las becas y ayudas económicas que sustentan su carrera), Michelle no se presiona: «Voy a disfrutar, pasándolo bien. Las que vengan, bienvenidas serán» (deporpress.com).
*Texto: Elisa Falcón Lisón, Licenciada en Historia del Arte y Guía Oficial del Gobierno de Canarias. (2021)